Por José María Garrido

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Dedicado a mi amigo José Fau “el Maño”, que durante las fiestas de nuestro pueblo, Marcilla, entre caña y caña, me pidió que escribiera “algo sobre el paso de la vida”. ¡Espero que mis palabras te encajen!

Tendemos a equiparar «legado» con lo que dejamos a nuestros hijos y nietos. Pero nuestro legado es, en realidad, diario, y nuestro deber es seguir ampliándolo y mejorándolo. Muchas personas en las artes y los negocios no prosperaron hasta bien entrados en los setenta y más allá.

Porque cada día es una página nueva en tu historia.

Tenemos una tendencia a mirar hacia un futuro distante para que nuestro legado tome forma. Pero el hecho es que estamos creando ese legado todos los días.

Cada día, escribimos una nueva página en nuestra autobiografía personal. La pregunta es, ¿cuánto de interesante y atractivo es el libro? ¿Cada página es igual a la anterior, o estamos creando una imagen coherente de una vida madura, contribuidora y valiosa? ¿Son páginas en blanco o tienen contenido sustancial? ¿Eres tú quien escribe tus páginas, o éstas son escritas por otra persona?

Si eres dueño de un negocio y tienes intención de venderlo para que te proporcione unos réditos anuales interesantes (o sea, una valoración alta ante un comprador), no puedes esperar hasta la semana (o incluso el año) en el que pretendes venderlo para aumentar esa valoración. Debes comenzar hoy para asegurarte que tu empresa sea valiosa y crezca en atractivo.

Si eres un profesional y quieres progresar, no puedes esperar hasta que aparezca un trabajo para construir tu currículum y ganar experiencia. Debes comenzar ese proceso ahora para estar preparado en el momento apropiado.

A medida que tu propia vida se desarrolla, notarás una tendencia a posponer cosas que puedes hacer ahora y experimentar ahora, frente a ese futuro distante y ambiguo.

A los veinte años tienes todo el tiempo del mundo. A los treinta crees que es mejor esperar (ahora eres más sabio, así que puedes esperar «un poco más», entre otras cosas porque tienes muchas más responsabilidades). A los cuarenta, estás atado a una carrera que requiere una inversión considerable para ser mantenida. A los cincuenta empiezas a darte cuenta de que es mejor establecer algunas prioridades y ser conservador. Y a los sesenta o más, empiezas a resignarte al hecho de que algunas cosas puede que ya no sucedan.

Soy consciente de que estoy pintando un panorama algo sombrío, y de que muchas personas se liberan de esta “trampa del tiempo”. Pero muchos se encuentran revolcándose en él como criaturas atrapadas: cuanto más luchamos, más nos hundimos en las arenas movedizas del tiempo.

Lo que pasa, por supuesto, es que el horizonte se acerca. Esa línea lejana, apenas perceptible, que marca la frontera entre mar y cielo, se va haciendo más definida, más visible, más imponente. Todavía tenemos espacio entre nosotros y el horizonte, pero nos damos cuenta de que éste se ha reducido, de que cada vez es menor.

Esto nos lleva desde nuestra propensión a pensar «Hay mucho tiempo» a el «Todavía hay tiempo, pero ¿para qué?». Nunca hemos escuchado que nadie en su lecho de muerte hubiera deseado haber pasado más tiempo en la oficina. Pero lo que no reconocemos es que la mayoría de las personas no le temen tanto a la muerte, sino que se arrepienten de las cosas que nunca llegaron a hacer.

Por eso nuestro libro debe tener páginas nuevas diariamente, capítulos nuevos mensualmente. No podemos detener la aproximación del horizonte, pero podemos llenar la distancia con acciones que nos autorrealicen y con contribuciones a nuestro entorno, en lugar de nadar sin rumbo fijo.

Caemos en la «trampa del éxito». Tendemos a emplumar nuestro nido en lugar de buscar y construir otros nuevos. Nos sentimos contentos y luego complacientes. Nos ponemos demasiado cómodos. Es por eso por lo que las historias de personas poco frecuentes que corren maratones, que se convierten en artistas destacados o que continúan dirigiendo negocios, son tan populares. Ellos son la prueba de que la vida no termina en un nido de plumas; muy al contrario, desarrollamos el miedo a volar.

Tendemos a pasar por etapas en las que nos enfocamos en nuestro aprendizaje, luego en una pareja, luego en los hijos, luego en apoyar a la familia, luego en el nido vacío, luego… ¿y luego qué? Pues que la vida es igualmente emocionante en todos sus aspectos si continuamos enfocándonos en el crecimiento (esa nueva página del libro), y no en la autocomplacencia.

1. ¿Cuándo fue la última vez que intenté aprender un nuevo juego o participar en un nuevo deporte?

2. ¿Con qué frecuencia expreso creatividad e innovación en cualquier forma?

3. ¿Cuándo fue la última vez que desarrollé una amistad nueva, gratificante y continua?

4. ¿Hasta qué punto estoy formando o asesorando a otros?

5. ¿Estoy generando ideas que otros están adoptando para mejorar su trabajo y sus vidas?

6. ¿Estoy involucrado en el arte como participante, observador y/o patrocinador?

7. ¿Hasta qué punto me involucro en causas medioambientales o sociales más allá de, simplemente, leer sobre ello?

8. ¿Con qué frecuencia la gente me busca como experto en cualquier tema?

No necesitas una clasificación de puntuaciones. Si la mayoría de las respuestas son positivas, tu impulso es ascendente; si son en su mayoría negativas, estás en una meseta. Es hora de hacer algo al respecto.

Una estación de tren es una parada a lo largo de la ruta, que pretende ser breve. Una terminal de tren es el final de la línea, donde el tren no puede avanzar más.

Ocasionalmente podemos encontrarnos en una estación, pero sin bajarnos del tren.

No construyas tu terminal antes de tener que hacerlo.

 

“¿Cuál es mi edad? 8 años” – Respuesta de Séneca enfocada, no en cuando nació, sino en los años que le quedaban en función de la esperanza de vida de aquel momento.

“No dejamos de jugar porque envejecemos; envejecemos porque dejamos de jugar” – George Bernard Shaw.

“Los músicos no se jubilan; simplemente se quedan sin música” – Louis Armstrong

José María Garrido es profesional agroalimentario, consultor y docente. Después de trabajar 24 años como directivo, en la actualidad ayuda al empresario a aumentar el rendimiento consistente de su organización. Leer más...

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