Hasta que no le des la vuelta a la pirámide organizativa, no conseguirás nada.

Corría el año 1994 cuando viví una de esas situaciones inolvidables que te marcan para el resto de la vida.

Yo estaba intentando encontrar el sentido de mi papel en mi empresa. Fue entonces, coincidiendo con mis disquisiciones profesionales, cuando me visitó el director de calidad europeo de una importante cadena americana de la que éramos proveedores desde hacía apenas un par de años. ¡Alguien muy relevante para aquel joven profesional que estaba empezando!

Conectamos muy bien, seguramente porque ambos éramos buenos aficionados a la música. El caso es que le planteé que estaba intentando saber qué hacer para conseguir mayor implicación de los empleados y cómo conseguir que dicha implicación se transformara en compromiso con nuestro proyecto empresarial.

Entonces cogió papel y lápiz, dibujó la pirámide organizativa de la empresa…¡y le dio la vuelta delante de mis narices!

“Hasta que no le des la vuelta a la pirámide organizativa, no conseguirás nada”, afirmó.

Me di de bruces con la importancia de las Personas a la hora de gestionar una empresa.

A partir del momento en el que pusimos a las personas como eje de crecimiento, tanto mi desarrollo profesional como el de mi empresa fue fulgurante.