Según mi observación, el miedo a preguntar se ha vuelto endémico. Es como si la gente creyera que hacer una pregunta es un signo de debilidad. Parece que muchos de nosotros queremos preservar un aura de invencibilidad, como si poseyéramos una fuente interminable de conocimiento.
Siempre he creído que hacer preguntas era un signo de confianza y de curiosidad intelectual. Yo siempre he sido un “preguntón”. Después de todo, así es como progresé en la escuela. Así es como sigo aprendiendo nuevas técnicas. Así es como avanzo en mi negocio. Es mucho más efectivo hacer preguntas a tus posibles clientes que darles una conferencia. La gente ama el sonido de sus propias voces.
Con mucha frecuencia me dicen que las personas a las que entreno a veces son reacias a hacer preguntas. Y no sé por qué: nunca me enfado, salto o grito. Simplemente me gusta contestar a preguntas honestas, si es que tengo la respuesta. Y si no la tengo, lo digo y agradezco la pregunta. (Eso sí, hay preguntas «estúpidas» por definición, a saber: «¿A qué hora comienza el taller de las 9:00?») Ciertamente no tengo mucha paciencia cuando me hacen la misma pregunta una y otra vez, porque eso significa que la otra parte no se ha molestado en integrar el aprendizaje.
Siempre animo a los asistentes a mis eventos o sesiones hagan preguntas. Y no suelo tener miedo a detener a alguien que va a toda velocidad para hacer una pregunta que impulse mi aprendizaje. Es importante para todos nosotros que hagamos preguntas a los conductores, o a los recepcionistas de hotel, médicos, gremios que contratamos, abogados, mecánicos, etc. Los clientes merecen tener sus preguntas respondidas.
Sin embargo, nuestra primera obligación es establecer los medios para que los clientes puedan hacerlo.
En una ocasión, yo me encontraba en un restaurante con menú de fin de semana comiendo unos huevos fritos con patatas y jamón que no estaban en ese menú.
Un cliente me miró, miró al camarero y dijo: «¿Por qué yo no he sabido que se podía comer algo así?»
«Usted no preguntó», dijo el camarero, “mientras que él sí lo hizo.”