Tenemos muchas ideas para desarrollar, muchas necesidades que implantar, muchos proyectos que poner en marcha.

Queremos innovar, progresar, crecer... pero a la hora de llevarlo todo a la práctica, no sabemos cómo demonios hacerlo.

El día a día nos absorbe, no tenemos tiempo para nada, y cada vez que queremos abordar algo nuevo, todo se amontona y se atasca.

Todo el mundo está tan liado con lo suyo que no hay forma de sentarse a planear nada y, al final, los proyectos salen mal, a destiempo, sin fiabilidad, y con unos resultados desastrosos.

Y lo más angustioso es que los clientes cada vez nos exigen más y la competencia nos pisa los talones. Esta empresa necesita crecer y desarrollar cosas nuevas, pero todos nos estamos volviendo locos.

Nos falta tiempo.

Nos falta organización.

Y nos faltan herramientas, modelo y metodología.

Sé muy bien lo que os pasa, porque hace años, cuando mi empresa agroalimentaria empezó a crecer vertiginosamente, nosotros nos encontrábamos en la misma situación.

Yo era el Director de Calidad, así que me asignaron la tarea de encontrar alguna forma de gestionar todo aquel follón que estaba poniendo al límite nuestra paciencia, nuestra salud... y el futuro de la empresa.

Pero no fue nada fácil.

Leía libros de forma compulsiva, asistía a seminarios, hablaba con expertos, consultaba con otros profesionales, pero por entonces no había ninguna fórmula que se adecuara bien a las características de una empresa agroalimentaria.

A base de aciertos y de muchos, muchos errores, lo fuimos consiguiendo, en un proceso que fue puliéndose poco a poco, pero que nos llevó años.

Porque se convirtió en una de las joyas de la corona. Una metodología que fui extendiendo a lo largo de nuestra organización: formando a personas de distintos niveles, velando por su buena implantación, y validando el éxito de su aplicación.

...porque aquí mismo tienes, para ti, la metodología que yo mismo he utilizado y mejorado durante años.