Comenzamos hoy una nueva serie de las Reflexiones Mañaneras en la que vamos a hablar de lo que Hegel podría haber llamado el «superdirectivo». Se trata de ese directivo que está muy por encima de la media, en quien se puede confiar en tiempos difíciles y que ha dominado la rutina de la gestión de tal manera que, si bien nunca todo se puede dar por sentado, para él ya es algo natural. ¡Este es el directivo memorable!
Cualquiera de nosotros que haya trabajado en organizaciones de cualquier tipo al principio de nuestra carrera podemos recordar dos tipos de directivos:
- aquellos a los que deseábamos que les ocurriera una gran catástrofe maligna lo más rápido posible para que desaparecieran de nuestras vidas, y
- aquellos con un nivel de carisma tal que les habríamos seguido hasta el mismísimo infierno y de vuelta.
Todos los demás se han perdido en un caldo indistinguible de mediocridad. Pero si tuvimos la suerte suficiente, hubo unos pocos que realmente tuvieron un profundo efecto en nuestras vidas, y no sólo en nuestro trabajo.
Éstos son los 10 rasgos de los directivos memorables:
- Representan modelos positivos a seguir para los demás.
- Integran la ética y los valores en los objetivos empresariales.
- Subordinan el ego a las necesidades de la organización.
- Comparten el crédito, pero aceptan la responsabilidad y la culpa personalmente.
- Innovan e intentan elevar los estándares.
- Ven a las personas como activos, no como gasto, y desarrollan a sus subordinados.
- Asumen riesgos prudentes; se fijan en el retorno, no sólo en la inversión.
- Poseen fuertes habilidades de comunicación e interacción interpersonal.
- Ven al cliente como objetivo principal.
- Viven una vida completa, siendo el trabajo un componente más.
¿Hasta qué punto esos rasgos te describen o guían tus propios objetivos de desarrollo?
Iremos desgranándolos en sucesivos episodios de las Reflexiones Mañaneras.
