Integrar la ética y los valores

Por JOSÉ MARÍA GARRIDO

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En otros momentos hemos hablado de que lo que representa la organización y el por qué existe dirigen su estrategia para el futuro. De manera similar, los valores y la ética personal deben guiar el juicio y las decisiones empresariales de un directivo, y no simplemente las metas financieras, los objetivos del proyecto y el beneficio.

Una de las razones por las que hemos visto comportamientos despreciables en las organizaciones que no se detuvieron hasta que los medios de comunicación se hicieron eco de ello es que el puro negocio a menudo tiene prioridad sobre los valores y la ética. Las acusaciones de acoso sexual y de “no detenerse ante nada” hacia Uber, con la dimisión de su CEO en 2017, o el escándalo de Facebook en 2018 por haber recogido datos de millones de usuarios sin su consentimiento, fueron extendidos y generalizados. ¿Cómo pudieron durar tanto tiempo?

La respuesta es que muchas personas, por lo demás decentes, se quedaron de brazos cruzados sin hacer nada, justificando su pasividad con «así son las cosas en esta empresa», «qué puedo hacer yo» o «necesito mi trabajo». En consecuencia, las actividades extrañas e ilegales pueden cobrar vida propia y convertirse en parte de la cultura de la organización.

Estos son los ejemplos dramáticos. Pero cada día hay ejemplos «menores» que amenazan con convertirse en historias de terror similares: los vendedores que envían productos antes de que un cliente los necesite para aumentar las comisiones; los directivos que hacen la vista gorda cuando los empleados se llevan materiales de la empresa; los individuos que hacen trampas con sus gastos porque «todo el mundo lo hace» o «la empresa me debe esto porque nuestro salario no está a la altura de la competencia».

Un cliente mío solía decir: “Aquí hacemos las cosas bien. Para hacerlas mal, las haríamos en serio dedicándonos al tráfico de estupefacientes”.

Las organizaciones pueden tener éxito haciendo lo correcto, y también los directivos individuales. Depende de ti alcanzar tus objetivos dentro de los parámetros éticos que sabes que son correctos y dar ese ejemplo a los demás. También es tu deber dar ejemplo confrontando y desafiando a aquellos, en todos los niveles, que claramente están violando esas normas. Cuando se te pregunta por qué toleras el robo, el engaño, los estereotipos raciales, el acoso sexual o el soborno, es bastante flojo responder: «Lo hizo mi jefe. ¿Qué podía hacer yo?»

José María Garrido es profesional agroalimentario, consultor y docente. Después de trabajar 24 años como directivo, en la actualidad ayuda al empresario a aumentar el rendimiento consistente de su organización. Leer más...

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