Por José María Garrido

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Con mucha frecuencia me preguntan cuál es la principal diferencia entre trabajar como directivo empresarial o hacerlo como consultor independiente. Y, aunque la respuesta que casi todo el mundo espera es esa de “la nómina fija frente a tener que conseguir proyectos que paguen las facturas” (personalmente cada vez creo menos en la supuesta seguridad que te da una nómina) mi respuesta suele ser “la necesidad de que, en mi situación profesional actual, tú tienes que resolvértelo todo solo” (y, sí, incluyendo la actividad comercial).

El tema de la soledad de la actividad “va por barrios”. En mi caso, no echo de menos en absoluto el típico trabajo con horario establecido y siempre rodeado de gente (la actividad con los clientes y los prospectos suple de sobra esa situación). Pero hay un aspecto poco visible de esa “soledad” que es del que quiero hablarte hoy: cómo me mantengo al tanto de las cosas en un mundo en constante cambio, y cómo sustento mi base para desafiar modas y afirmaciones sin fundamento.

Apelando a mi madre y a una de sus frases que más recuerdo (“Hijo mío, ¿cuándo vas a dejar de estudiar?”), procuro educarme continuamente, y me gustaría compartir contigo algunas de mis herramientas. No afirmo que debas hacer lo que yo hago; sólo que éstas funcionan para mí y que quizás te parezca bien adoptar algunas en tu caso.

Si algo tengo claro es que el de la consultoría es un negocio de relaciones y de amplitud intelectual. Mis clientes no buscan técnicos a los que delegar algunas de sus funciones y necesidades. Están buscando socios conceptuales, que posean y demuestren perspicacia comercial, experiencia en gestión y con los que puedan compartir y clarificar dudas, ideas e incertidumbres.

Aquí van, entonces, mis principales herramientas.

  1. Lee Expansión de lunes a viernes. No tienes que leerlo desde la portada hasta el final. Simplemente, escanea los titulares y lee los artículos de interés que reflejan. Pero lee los editoriales, la página de opinión del editor, los artículos del Financial Times y los de gestión empresarial.

 

  1. Lee el periódico local todos los días. Yo lo hago con el de mi ciudad, pero aplica también a la prensa local si viajas, como Las Provincias de Valencia o El Sur de Málaga. Y para el fin de semana, algún diario generalista de tirada nacional (tú sabrás cuál elegir).

 

  1. Escucha las noticias una o dos veces al día. A mí me gusta mucho la radio (cuando me afeito por la mañana o incluso por la noche) y algún informativo de televisión.

 

  1. Lee un libro de negocios al mes. No elijas los de tipo autoayuda o similares, sino los que realmente te aporten conocimiento. Hay libros de este tipo realmente intemporales, como Managing in Turbulent Times de Peter Drucker o grandes biografías de personas singulares, como la de Frederick Winslow Taylor.

 

  1. Lee al menos uno o dos libros más cada mes, ya sean biografías, ficción, historia, detectives, ciencia-ficción o lo que sea. También suele ser interesante leer todo lo que publica un autor o dos. En mi caso, los libros de viajes de Javier Reverte (ya fallecido) o las novelas que va lanzando Arturo Pérez Reverte (aunque yo no me “apunté” a Alatriste).

 

  1. Ver las últimas películas, ya sean de comedia, drama, nacionales, extranjeras, o lo que sea. Yo recomiendo vivamente verlas en una sala de cine, pero el sofá de casa también está bien. Más allá del potencial de entretenimiento, verás lo que la sociedad está valorando en esta forma de arte.

 

  1. Si es posible, vete al teatro (incluso las compañías locales o de aficionados pueden servirte) y descubre de qué estaban hablando Arthur Miller, García Lorca, Buero Vallejo, Tennessee Williams o Moliere. Y ponte serio y ve a ver algo de Lope de Vega o de Calderón (es más fácil si lees la obra antes).

 

  1. Debate activamente temas con miembros de la familia, amigos y colegas. Asume una posición impopular y nada contra la corriente. Prueba tu capacidad de comprensión, tanto del tema como del idioma. Fuérzate a ti mismo a validar tus creencias, tanto personales como profesionales.

 

  1. Cuando te encuentres con una palabra que no conoces, escríbela, búscala más tarde y mantenla en algún lugar con su definición, hasta que la incorpores. No te equivoques al respecto: un vocabulario amplio es una fuerza muy potente y un signo claro de inteligencia.

 

  1. Escribe. Reflexiones, historias, cuentos o artículos de posición, incluso si nunca se publican. Fuérzate a ti mismo a expresar tus ideas y puntos de vista por escrito.

 

  1. Búscate una afición o pasatiempo que te apasione. Déjate sumergirte en algo que te resulte placentero y del que te puedas convertir en experto. Si todo lo que sabes es tu oficio, no sabes mucho. Yo, melómano, no perdono la temporada completa de la Orquesta Sinfónica de Navarra, por ejemplo.

 

  1. Desarrolla amistades y conocidos con aquellos que te fuercen a crecer. No seas el pez grande en estanque pequeño. Únete a asociaciones y actividades cuyos miembros te desafíen. Creces moviéndote para ponerte al día, no sentado complacientemente en tu sofá.

 

“La educación no es la preparación para la vida; es la vida misma.” – John Dewey.

“La educación da la lucidez, y la lucidez es la que da criterio, la que genera ciudadanos. La única defensa es la cultura, antes de que vengan los malos y nos corten el cuello como ovejas indefensas.” – Arturo Pérez Reverte.

“La educación es el arma más poderosa que puedes utilizar para cambiar el mundo.” – Nelson Mandela.

José María Garrido es profesional agroalimentario, consultor y docente. Después de trabajar 24 años como directivo, en la actualidad ayuda al empresario a aumentar el rendimiento consistente de su organización. Leer más...

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