Seguramente te habrán dicho que “seas tú mismo” en el trabajo. Sin embargo, éste no siempre es un buen consejo.
Lo que tú consideras “auténtico” puede destruir la forma en la que los demás ven tu competencia, confiabilidad o profesionalidad.
Aquí tienes nueve comportamientos que, siendo reales, pueden dañar tu reputación.
Compartir creencias políticas. Decir exactamente lo que piensas puede parecer honesto, pero a menudo resulta polarizador. Quedarse callado en algunos asuntos puede indicar lucidez y madurez.
Desahogar emociones sin filtro. Es posible que te sientas mejor después de expresar ira o estrés, pero puede que los demás te vean inestable y poco profesional. Gestionar las emociones genera respeto.
Ser radicalmente sincero. La honestidad directa puede parecer arrogancia. La retroalimentación diplomática genera confianza sin comprometer tu punto de vista.
Compartir en exceso tus luchas internas. Ser excesivamente abierto sobre las inseguridades personales puede erosionar la confianza de los demás en ti. Compártelas de manera selectiva para lograr un equilibrio entre vulnerabilidad y confiabilidad.
Vestir como quieras. Expresarse mediante la ropa es válido, pero ignorar los códigos establecidos puede parecer falta de respeto. Los pequeños toques personales dentro de las expectativas esperadas deberían ser suficientes.
Acaparar todo el crédito. Incluso si tú has dirigido el proyecto exitoso, reclamar para ti todo el crédito demuestra engreimiento. Destacar los esfuerzos del equipo expresa confianza y buena voluntad.
Utilizar humor atrevido. Lo que para ti puede resultar gracioso puede ser despectivo u ofensivo para los demás. Mantenerlo dentro de los límites prudentes y profesionales ayuda a que las personas se sientan respetadas y seguras a tu alrededor.
Publicar online ideas sin filtro. ¡Cuidado con internet! Las reacciones en caliente o las manifestaciones “en crudo” pueden parecer auténticas, pero pueden dañar tu credibilidad. Afinar tu presencia online es signo de madurez y coherencia.
Mostrar demasiada vulnerabilidad como líder. Admitir que estás perdido puede parecer honesto, pero corres el riesgo de debilitar la confianza de tu equipo. Reconoce la incertidumbre, pero equilíbrala proyectando competencia y dirección.
