Recientemente aparecía en la prensa cómo el nivel de dimisiones en el trabajo continúa aumentando sin freno en España. Es lo que se ha denominado “la gran dimisión” (“great resignation” en inglés), que se inició con fuerza después de la pandemia. Pero no es sólo eso, sino que ahora nos llega… ¡la renuncia silenciosa (“quiet quitting”)! Una nueva tendencia entre los trabajadores en Estados Unidos que consiste en limitarse a trabajar en las horas estipuladas por el contrato y no realizar tareas fuera de sus estrictas responsabilidades. Un nuevo término que ya hace furor en redes sociales como Instagram o TikTok.
Así pues, las últimas modas sobre el trabajo para la llamada ¿Generación Z? (nos quedamos sin abecedario) están siendo la “gig economy” (trabajos esporádicos de duración determinada como eventuales, freelances, autónomos, etc.), la “gran dimisión” y ahora la “renuncia silenciosa”.
En mi opinión, todo esto representa una cantidad feroz de dejadez. Las redes sociales están plagadas de personas que «escapan de trabajos tóxicos» y «demandas agotadoras». Más recientemente, alguien comentó que una entrevista de trabajo no es una «audición» y que nadie debería estar «obligado a actuar» (??).
He realizado una gran cantidad de entrevistas a lo largo de mi carrera profesional y descubrí que rasgos como el entusiasmo, la energía, el sentido del humor o la actitud positiva pueden observarse fácilmente, o ser invisibles y estar ausentes. Estos no son comportamientos «enseñables», en general; realmente son intrínsecos a algunas personas y no a otras.
Como esta es una Reflexión Mañanera, mi rincón de ideas que comparto contigo, te voy a decir lo que opino. Mi creencia algo perversa es que muchas de las personas barridas por esta euforia de irresponsabilidad terminarán en los sótanos de sus padres, o en los sofás de los amigos, o quizás algo peor.
Si no crees que tienes que impresionarme con tus talentos y comportamientos, entonces no creo que tenga que invertir dinero en ti. Si deseas «renunciar en silencio» y cobrar la nómina que cumplimento cada mes con mi dinero sin producir un retorno de la inversión, entonces deja las instalaciones “en silencio” y no vuelvas.
Evidentemente, ni nos daremos cuenta de que te has ido.
Hace unos años, caminando por una fábrica con un director general, le pregunté cómo iban las cosas. «Ya no van tan bien desde que Pepe se jubiló», dijo.
«Pero Pepe está allí, como de costumbre», señalé.
El DG dijo: «No he dicho que se hubiera ido, he dicho que ‘se jubiló’».
¿La consecuencia? Pues que Pepe fue despedido.
Pero es difícil ser despedido hoy de la empresa más grande que empezamos a tener: Dejadez, SL.