En un mundo donde las habilidades técnicas se quedan obsoletas rápidamente, son las fortalezas básicas y fundamentales (como la resolución de problemas, la colaboración o la adaptabilidad) las que distinguen el alto rendimiento.
Si estás contratando, liderando o desarrollando talento, aquí tienes algunas ideas sobre cómo enfocar tus esfuerzos hacia lo que realmente importa.
Al contratar, busca más allá de lo que hay en el curriculum. No busques sólo experiencia técnica especializada. Pregunta a los candidatos acerca de sus habilidades y competencias: cómo abordan la incertidumbre, su capacidad para aprender nuevas habilidades o cómo trabajan con los equipos. La capacidad de adaptación o de comunicación es más difícil de medir, pero mucho más definitorias del éxito a largo plazo.
Comienza enseguida con el desarrollo. Las habilidades básicas son más difíciles de construir cuando alguien ya está en plena lucha. Prioriza la capacitación y el desarrollo tempranos que afinen la capacidad de comunicación, el trabajo en equipo o la agilidad de aprendizaje. Estas habilidades se mantienen en el tiempo y preparan a los empleados para navegar por el cambio, no sólo para actuar en el presente.
Lidera dando ejemplo. Los directivos dan forma a la cultura a través de lo que premian y modelan. Reconoce en toda la organización comportamientos como la toma de riesgos prudentes, una comunicación poderosa o la voluntad de aprender. Establece sistemas de retroalimentación y estructuras de mentoría que hagan que estas habilidades sean parte del crecimiento cotidiano.

