Dependiendo de cuándo naciste, quizás recuerdes algún electrodoméstico o herramienta que te duró muchísimo tiempo, quizás desde que eras pequeño hasta que dejaste el hogar de tus padres. Incluso sin un mantenimiento preciso y constante, las cosas estaban hechas para durar.
En las décadas de los 60 y 70, los electrodomésticos y otros accesorios de la casa duraban entre 30 y 50 años. No es un error en mi escritura: https://www.homeserve.com/en-us/blog/home-improvement/old-appliances-vs-new-appliances/. Hoy, según el modelo, la vida útil es de 10 a 20 años. Originalmente diseñados para durar, hoy en día los electrodomésticos y otros ”gadgets” tecnológicos suelen estar sujetos a la “obsolescencia programada”.
Se trata del diseño y la creación de productos y servicios deliberadamente creados para que se degraden, pierdan atractivo o fallen, según la intención de sus creadores.
El mundo de la moda es un ejemplo. Los estilos en los que se invierte hoy pronto estarán almacenados en el armario porque los nuevos estilos ya están planificados para su introducción a corto plazo. (Aunque mi suegra opina que la moda es un gran “saco” en el que vas metiendo estilos por un lado y un tiempo después los podrás sacar por el otro lado, porque en esencia todo vuelve).
La industria automovilística no está obligada a ofrecer “nuevos modelos” cada año, pero lo hacen, incluso cuando la tecnología y la seguridad no lo exigen. Apple o Samsung siguen lanzando nuevas ediciones de “smartphones” con mejoras bastante marginales la mayoría, si acaso.
Y, después de un tiempo, nos damos cuenta de que no podemos mantener ni reparar los artículos por nuestra cuenta porque no hay recambios disponibles, o ya no encuentras técnicos habilitados, o “merece más la pena comprar uno nuevo por la diferencia”. La electrónica, los juguetes y casi cualquier artículo ya forman parte del ecosistema del “un-sólo-uso”.
Lo aterrador de todo esto es que la sociedad y las empresas también ven a las personas de esta misma manera. A cierta edad, o después de un fuerte trauma o de una enfermedad, las personas son vistas como “obsoletas”. Simplemente asumimos que porque no se peleen por conseguir entradas para Ana Mena, ni tengan una cuenta activa en Instagram, o porque les repelen las groserías al hablar o en las letras de las canciones y películas, su periodo útil de contribución ha terminado.
Todo esto es irónico, porque para lo que realmente necesitamos una obsolescencia programada es para nuestra actitud de suponer que algunas personas están “dañadas, o que algunos enfoques históricamente eficaces de la vida (como la buena educación, el civismo o la cortesía) son metáforas de electrodomésticos obsoletos o de ideas trasnochadas de personas oxidadas.
“Me vuelve loco tener que tirar algo. Esto de la obsolescencia programada me parece repugnante.” – Jonathan Miles.
“Esto de la obsolescencia programada no es realmente algo nuevo. Dios lo usó con el ser humano”. – Robert Orben.
José María Garrido: “Me retiraré cuando ya no esté dando el máximo de mis posibilidades”. Un amigo: “Y eso, ¿cómo lo sabras? Puy Monleón: “No te preocupes: yo se lo dire”.