Formas sutiles de discriminación

Por JOSÉ MARÍA GARRIDO

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La mayoría de los prejuicios que generan discriminación no son el fanatismo deslumbrantemente obvio que todos podemos condenar fácilmente. A menudo son el resultado de personas bien intencionadas que hacen juicios involuntarios sobre colectivos obvios y no tan obvios.

Hoy, hablando de #Diversidad: LAS FORMAS SUTILES DE DISCRIMINACIÓN.

 

Muchos de nosotros estamos convencidos de que no hay ni un hueso fragmentado en todo nuestro cuerpo; que nuestra organización está libre de sesgos discriminatorios. Eso es porque somos sensibles a las formas más obvias de prejuicio y discriminación, y nos esforzamos por no participar en ninguna de ellas. Sin embargo, a menudo estamos inconscientemente involucrados en las formas más sutiles de sesgo, lo que puede conducir a un lugar de trabajo estrecho, homogenizado y carente de riqueza.

Estas son algunas de las formas menos obvias de discriminación que pueden ocurrir.

Edadismo. Los trabajadores mayores (a veces tan jóvenes como los que rondan los cuarenta y pocos años y, a veces, aquellos cuyas características físicas como las canas o las arrugas que cumplen con un estereotipo) son sistemáticamente excluidos de fiestas del departamento o la empresa, proyectos que implican alta presión, oportunidades que implican reubicación, reuniones con clientes, etc. Simplemente por la edad, se supone que estas personas no pueden contribuir creativa o energéticamente.

Elitismo por nivel salarial. El nivel salarial de una persona se usa para determinar cuánto inteligentes son las personas y sus ideas. A ideas y enfoques similares se les da un peso muy diferente, dependiendo de si los propuso un grado de salario alto o bajo.

Condescendencia por tipo de contrato. Debido a que uno es un trabajador temporal o a tiempo parcial, los trabajadores fijos asumen que él o ella tiene un nivel de inteligencia más bajo, no se puede confiar en él y puede ser no tenido en cuenta por “vulgaridad”, “grosería” o “falta de ética”. Pero ninguno de estos rasgos es el resultado de los ingresos o de la educación, y el peligroso reverso es que las personas fijas «automáticamente» tienen mayor ética, integridad, inteligencia, etc.

Sesgos por familia. La doble discriminación que ocurre aquí es que aquellos con familia, o con potencial de formar familia, son excluidos de decisiones que implican viajes, reubicación, compromisos a largo plazo y situaciones generalmente comprometidas. Por el contrario, se espera que quienes no tienen familia y es poco probable que tengan familia trabajen más horas, trabajen los fines de semana, viajen mucho y realicen otras tareas que suplanten el tiempo personal porque sus intereses no tienen la misma prioridad que los que tienen familia.

Etiquetado positivo. En este caso, los atributos positivos percibidos en realidad provocan una reducción de oportunidades. Por ejemplo, los directivos pueden comentar que un grupo étnico es particularmente fuerte en áreas técnicas, informáticas o de investigación y, por lo tanto, no suelen generar muy buenos mandos porque «preferirían el trabajo individual que tener que enfrentarse a la gente como jefe». Suelen encontrarse rutas de movilidad completas bloqueadas debido a este tipo de «estereotipos positivos».

Deberías averiguar por ti mismo si estos sesgos discriminatorios existen en tu entorno y si juegas un papel incluso involuntario en que se mantengan vivos en el tiempo.

José María Garrido es profesional agroalimentario, consultor y docente. Después de trabajar 24 años como directivo, en la actualidad ayuda al empresario a aumentar el rendimiento consistente de su organización. Leer más...

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