Sé que no estoy descubriendo nada nuevo si digo que el mundo del trabajo está cambiando de una forma acelerada. Pero hay un par de asuntos que creo que son de especial importancia y que vengo observando en los últimos tiempos, sobre todo desde la pandemia.
El primero es el de la fidelización del talento: el talento es transitorio y estamos gastando demasiado en mantenerlo.
Los estudios psicológicos que desde hace décadas demostraban que el dinero no es un motivador principal, pero que su ausencia es un gran desmotivador, se están viendo confirmados cada vez más en los tiempos recientes. En ausencia de una estrategia inteligente de recursos humanos, muchos empresarios han recurrido a pagar a las personas cada vez más en un intento de retener el talento central en un mundo de lealtades corporativas decrecientes.
Pero cuando le das más dinero a un empleado infeliz, tendrás un empleado infeliz más rico.
Hay elementos básicos generales que, si no los implantamos con rapidez, nos quedaremos sin gente. Son los elementos que englobo dentro del Ecosistema del Compromiso: propósito de empresa, liderazgo de mandos, organización y comunicación interna.
A partir de ahí (y sólo a partir de ahí), para los casos de empleados clave deberemos ser lo suficientemente flexibles como para acomodar nuestro “paquete de beneficios” a las necesidades específicas de cada uno. ¿Quieres ejemplos? Las organizaciones más avanzadas han instalado algunos (¡o todos!) los paquetes siguientes: gimnasio y salas de entrenamiento; asistencia de guardería; horario flexible; opciones de teletrabajo parcial; sesiones educativas durante el almuerzo (por ejemplo, sobre planificación de la jubilación, entender el arte, seguridad en los viajes, etc.); mayor amplitud en la toma de decisiones; aprobación de presupuesto para ser utilizado por los empleados que atienden quejas de los clientes; defensor del empleado; acceso a programas de asistencia para empleados…
Las personas están cada vez más preocupadas por el equilibrio de vida (lo vemos después), los viajes, la seguridad, el entorno físico, el potencial de crecimiento en una empresa cada vez más plana, o en sus posibilidades de contribución y de reconocimiento. Y, ligado a todo ello, el “empoderamiento”, entendido como proporcionar a los empleados la capacidad de tomar decisiones que influyen en el resultado de su trabajo.
Así que, ¿quién es responsable de examinar las opciones de beneficios no ligados al salario que mejor atraerán, fidelizarán y desarrollarán el talento? ¿Qué estás haciendo para reconocer el rendimiento sobresaliente y las contribuciones críticas, tanto espontánea como formalmente?
Pero hablemos del segundo punto: Balance de vida o el poder de una vida ecléctica y diversa.
Quizás nada me ha impresionado más durante estos años de pandemia y posteriores como la resiliencia y el juicio avanzado de quienes tenían un sistema de vida bien equilibrado. El estilo “workaholic” o “adicto al trabajo” no sólo es poco saludable, sino que ha resultado ser ineficaz. Tanto los directivos como los empleados que tenían incorporadas a su vida habitual actividades recreativas, la familia, intereses personales, actividad física y similares, tendieron a recuperarse del desastre (pandemia) mucho más rápido, utilizaron una mejor perspectiva y aportaron a otros una asistencia vital y una orientación que resultó ser esencial durante los tiempos convulsos.
Los estudios realizados y la literatura al respecto han demostrado el hecho de que las personas que se ven a sí mismos como “un puesto de trabajo” (por ejemplo, “soy contable”, o “director comercial”, o “jefe de fábrica”) tienden a perder su identidad y su autoestima cuando ese trabajo se ve amenazado o es eliminado. Sin embargo, aquellos que se autoevalúan en términos de sus aportaciones de valor (por ejemplo, “proporciono claridad financiera”, “consigo nuevos negocios” o “lidero personas en entornos complejos”), retienen ese sentido de contribución y de desempeño a través de sus diferentes situaciones laborales y en los tiempos difíciles.
Hoy más que nunca, el secreto para el éxito no está en trabajar más duro, sino en trabajar más inteligentemente. Y la ruta para trabajar de forma inteligente es mucho mejor seguida por las personas que tienen intereses amplios, crecimiento personal y que dedican parte del tiempo a disfrutar de los seres queridos y de la vida.
Por tanto, ¿qué estás haciendo para ampliar tu vida, mejorar tu aprendizaje y pasar tiempo de calidad con tus seres queridos?
Una de las preguntas que les hago a los empresarios y directivos con los que trabajo es: “¿Te estás divirtiendo?” Si la respuesta es “No”, entonces sé que el rendimiento está sufriendo, y también los que están en su esfera de influencia.
“La mayoría de nosotros dedicamos demasiado tiempo a las cosas urgentes y no dedicamos el suficiente a lo que es importante.” – Stephen R. Covey.
“El equilibrio no radica en gestionar mejor el tiempo, sino en gestionar mejor los límites.” – Betsy Jacobson.
“Haz menos. Sé más.” – Elizabeth Grace Saunders.
EXCELENTE CAFE
Muchas gracias, César.
Saludos.