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Algunas necesidades de las empresas son eternas, y las de cambio cultural y de Desarrollo Organizativo son dos de ellas.
La construcción de las pirámides egipcias tuvo que ser radicalmente replanteada una vez que los esclavos judíos huyeron a través del Mar Rojo, y la necesidad de cambio ha sido constante desde entonces.
Por supuesto, hay dos necesidades de cambio: Está el cambio forzado por la competencia, el gobierno, los consumidores, el clima, el entorno, las costumbres sociales, la tecnología, los nuevos conocimientos, las percepciones y muchos otros factores, a menudo volubles. Y luego está el cambio generado de forma deliberada, tanto para escapar de un bache como para elevar el listón a un nivel superior de desempeño y resultados.
En ambos casos, va a haber empleados que van a tener que cambiar sus comportamientos, sus hábitos de trabajo, sus bucles de retroalimentación, interacciones, responsabilidades, etc. La causa del cambio no es tan relevante, aunque puede haber alguna diferencia entre los cambios reactivos y los proactivos. Pero el cambio es cambio, da igual cuál sea el impulsor del mismo.
Por otro lado, yo creo que el que las personas sean reacias a cambiar es un mito. De hecho, las personas cambian cada día debido a atascos de tráfico, un nuevo requisito de cliente, un fallo en el sistema informático o una crisis personal. Yo creo que, actualmente, las personas son bastante resilientes y adeptas al cambio.
A lo que la gente sí que tiene a resistirse es a la ambigüedad. Uno de los aspectos más elementales de la gestión del cambio es eliminar la ambigüedad de forma efectiva. Y el conseguirlo es responsabilidad de los directivos y managers más que de nadie más.
Seguiremos hablando de cambio en sucesivas entradas del blog.