Bienvenido o bienvenida a este episodio de las reflexiones mañaneras titulado Comunicarse a la velocidad de la luz.
El enfoque “prueba-error” como metodología de resolución de problemas tampoco es terriblemente ineficiente… siempre que las consecuencias del error sean suaves.
Puedes corregir un crucigrama si no encaja a la primera, volver a probar con el cubo de Rubik o tratar de colgar el cuadro con otras herramientas. Pero esto ya no funciona tan bien si las consecuencias son más graves (elegir una ruta de viaje) o terribles (decisiones de salud).
En esta misma línea, ya estamos empezando a ver algunas herramientas, todavía rudimentarias, para poder retractarnos de esos emails (e incluso mensajes de whatsapp) que hemos enviado antes de ser visitados por el sentido común.
Y después, nos arrepentimos de cometer errores.
La posibilidad de comunicarnos rápidamente (email, móviles, mensajería instantánea, RRSS) nos exige que ralenticemos la velocidad, al menos un poco. En “los tiempos de maría-castaña” escribíamos una carta, la poníamos en su sobre con el sello y la dejábamos sobre la mesa para llevarla después al buzón. Teníamos el lujo de cambiar de opinión y destrozar la carta, o escribir otra con menos acidez y toxicidad.
Por eso creo que deberíamos utilizar más las opciones que nos permiten enviar un email automáticamente dentro de una hora o de cualquier lapso de tiempo previamente especificado. ¡Y no veas si nos permitiera recuperarlos antes de que el destinatario los haya abierto!
Nuestra comunicación actual es como caminar sobre una capa de fino hielo con un lanzallamas encendido apuntando hacia abajo. Y esto no puede acarrearnos nada bueno.
Comuniquémonos con cuidado, sin prisa y con brevedad, no con verborrea. Date el tiempo de considerar qué quieres decir después de que las reacciones emocionales hayan pasado. La mejor respuesta raramente es la más rápida, sino que es la que consigue tu objetivo. Cierto que la velocidad hoy en día también es importante, pero mejor no ser imprudente. Aprovecha lo positivo de las nuevas tecnologías y protégete de lo que no es tan bueno.
Puedes conducir hasta tu destino a la máxima velocidad a la que puede ir tu coche, pero te cazará el radar o tendrás un accidente, y quizás no llegues nunca. La comunicación no es muy diferente, excepto porque no hay radares.
Tengamos cuidado ahí fuera.