Abderrahmane Dehrour es un empresario y emprendedor culto, “vivo” e inteligente, además de todo un caballero, con el que ya llevo casi dos años de colaboración para crear el mercado de la IV Gama en Marruecos. Con doble nacionalidad (consecuencia de haber estudiado ingeniería agronómica en Alicante y de haber trabajado varios años en el Levante), es buen conocedor (y amante) de España, así como profundo defensor de lo mucho que une a la cultura y las gentes de ambos lados del estrecho, como consecuencia sobre todo de los ocho siglos de Al-Andalus en la Península.
Pero no conocía Pamplona, así que le ofrecí vernos en mi ciudad y celebrar alguna de nuestras reuniones en mi lugar de trabajo, es decir, en mi casa (mi guarida). Le mostré la “zona de acción” (mi mesa de trabajo) y la “zona de reflexión” (el salón). En un momento de la visita me dijo: “Veo que te rodeas de cosas que te hacen feliz -fotos familiares, música, aventuras, arte, recuerdos”.
Dependiendo de las circunstancias, aquellos con los que he mantenido reuniones online o por sesiones de trabajo por videoconferencia ya han podido conocer mis fondos habituales: fotos familiares, un montaje “warhol” con Puy, unos músicos de barro policromados o el SINCARE-ca (el acuerdo iniciático en el que se basa nuestra relación de pareja). “Fuera de foco” y ya en la zona de reflexión, mi colección de vinilos, CD’s y DVD’s (conciertos y películas), una colosal “indígena embarazada” africana, un tótem de Alaska o un penacho de la tribu navajo. Fotografías mías (tocando la batería, en el desierto de Libia, en el Bryce Canyon o sobre una duna en Namibia), del equipo directivo que creamos Vega Mayor o con mi equipo de Florette, en pareja (la boda en Las Vegas, el Grand Canyon, Yosemite o el Monument Valley) o con Zamubol -el acrónimo de nuestro núcleo familiar- al completo en Cuba, Malta, Chicago, Cabo Norte o junto al Golden Gate (¡y también fotos de cada uno de nosotros de niños!). Libros de todas clases (novelas, ensayos, profesionales, ilustrados), entre los que destacan mi colección completa en español de Tintín (¡con lomo de tela!) y varios ejemplares en distintos idiomas, como Tintín en el Tíbet… en tibetano (efectivamente, soy profundamente “tintinófilo”). Sin olvidar la colección de piedras de Puy recogidas en los lugares más maravillosos del mundo para mí (sobre todo porque ella estaba conmigo).
Supongo que podía haberme rodeado de facturas sin pagar, cosas rotas o gente que me ha robado, pero he decidido no hacerlo.
Desde luego, Abderrahmane estaba en lo cierto sobre que tenemos que hacer todo lo que sea posible para traer tanta alegría a nuestras vidas como podamos. Ya que paso mucho tiempo en mi lugar de trabajo (donde ahora mismo estoy escribiendo este Café de los Lunes) es importante que mi entorno genere y mantenga una buena energía. Por esa misma razón siempre tengo a mi lado un pequeño altavoz bluetooth para reproducir la música que más me apetezca en cada momento (todavía soy más melómano que tintinófilo).
Debes controlar tu vida todo lo que te sea posible. Date permiso. ¿Qué te da alegría cuando lo miras (en oposición a lo que te entristece y deprime)?
Y en la misma línea, ¿qué cosas o actividades te llenan, divierten o te generan más energía? ¿Qué está por venir que te resulta placentero?
Todo eso es importante para mí.
Como enviarte este Café de los Lunes.
“Nuestro entorno, el mundo en el que vivimos y trabajamos, es un espejo de nuestras actitudes y expectativas.” —Earl Nightingale.
“El objetivo de la limpieza no es solo limpiar, sino sentir felicidad viviendo dentro de ese entorno.” —Marie Kondo.
“El primer paso hacia el éxito se toma cuando te niegas a ser un cautivo del entorno en el que te encuentras por primera vez.” —Mark Caine.