Si tus líneas de producción se paran con frecuencia a la espera de decisiones del jefe, las órdenes de fabricación se reprograman continuamente o tus empleados se limitan a fichar, hacer lo que les mandan y cobrar la nómina a final de mes, tienes una enorme oportunidad de mejora si te decides a cambiar radicalmente tus esquemas de pensamiento sobre cómo gobernar tu empresa.
Hoy, en nuestra Guía para una Gestión Poderosa: El empoderamiento como herramienta de gestión.
No hay duda de que el empoderamiento de los empleados se ha convertido en la palabra de moda de la Nueva Era. Y eso tiene un riesgo cuando se confunde con los mensajes de gurús sensibleros o de “conferenciantes motivacionales” cuya ocupación y consejos rara vez exceden de lo caprichoso. No deberíamos confundirlo con las propuestas “happy”, los mensajes Mr Wonderful o todas las demás trivialidades de una filosofía desprovista de cualquier pragmatismo que atiborran las redes sociales.
Y, sin embargo, el empoderamiento en realidad significa algo, tiene un fundamento metódico y sistemático y es una de las mayores armas de la Gestión Poderosa.
Pero primero, una definición. Empoderamiento significa que los empleados pueden tomar decisiones que influyen en el resultado de su trabajo.
Las decisiones sobre dónde colocar el tablón de información o el color de la pared de la oficina no afectan el resultado del trabajo, que son temas como calidad/estándares/ventas/beneficios/seguridad, etc. Pero las decisiones sobre cómo organizar las horas extras, qué priorizar en una serie de fabricación, si contratar o no a un candidato para un puesto y cómo responder a la solicitud de un cliente, ciertamente afectan los resultados laborales.
Todos nos hemos hartado de estar colgados al teléfono para solucionar una gestión, hemos esperado semanas para obtener respuestas de organizaciones que nos reclaman si una factura tiene un retraso de dos días o nos hemos conformado con solicitudes tontas debido a empleados burocráticos y orientados a las tareas. Y todos nos hemos sorprendido gratamente (o nos han dejado boquiabiertos) por las respuestas rápidas, la actitud de “no hacer preguntas” y las relaciones cómodas creadas por empleados confiados y orientados a los resultados.
Y no hablemos en el mundo industrial, con colectivos de operarios parados esperando las decisiones “de arriba”, organizaciones de turno ineficaces o largas esperas hasta que “Calidad” decida qué hacer con ese producto no conforme.
Dar a los empleados la capacidad para tomar decisiones sobre los resultados de su trabajo es una herramienta de gestión enormemente valiosa. Y para demostrártelo te voy a poner ejemplos de empresas bien conocidas que así lo han manifestado.
Qué afirman las siguientes empresas que han conseguido gracias al empoderamiento de sus empleados.
Toyota: Reducir los costes asociados al trabajo fallido, que es el trabajo duplicado que se requiere de los empleados por errores anteriores causados por empleados indiferentes o que no asumen responsabilidades.
Nordstrom: Reducir los costes y retrasos de las decisiones enviadas constantemente “arriba” antes de la resolución.
Disney: Fidelizar clientes a través de sus experiencias positivas.
FeDex: Los objetivos se cumplen de manera consistente porque los empleados están alineados detrás de ellos y existe una reciprocidad de intereses.
3M: Generar productos y servicios innovadores a través de la “libertad para fallar” y la asunción de riesgos prudente.
Continental Airlines, hoy United: Tener la capacidad de recuperarse de malos tiempos y cambiar la percepción del cliente con relativa rapidez.
Microsoft: Atraer y retener a los mejores talentos y mantener un desgaste muy bajo de los empleados.
Martínez Somalo: Transformar el “territorio comanche” en la sección con los empleados más comprometidos de la empresa.
En el próximo episodio de las Reflexiones Mañaneras me comprometo a demostrarte lo fácil que es identificar a los empleados realmente empoderados de los que no lo están.