El líder debe ser un ejemplo.
Formular la estrategia es relativamente sencillo. Su implantación es lo realmente duro y retador y es ahí donde las organizaciones se la juegan.
Las personas creen en lo que ven, no en lo que escuchan o leen.
Por eso el líder debe ser un ejemplo infalible de cómo la gente tiene que actuar para implantar la estrategia.
Eso no quiere decir que nunca pueda cometer un error; en cambio, significa que nunca se desvía de la dirección establecida a pesar de la presión del corto plazo o por intereses propios aparentemente contradictorios.