Inconvenientes de la gestión de personas con garrote

Por JOSÉ MARÍA GARRIDO

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Cuando utilizas el enfoque del “gran garrote” para tratar de “motivar” a alguien a actuar de cierta manera, lo único que realmente creas es movimiento. El movimiento se genera externamente y sólo puede emplearse con éxito mientras el gran garrote está presente.

Aunque sea relativamente fácil de aplicar (se basa simplemente en el poder de los galones), tiene importantes inconvenientes.

Hoy, en nuestra Guía para una Gestión Poderosa: Inconvenientes de la gestión de personas con garrote.

 

El enfoque de «palo y zanahoria», es decir, dar algo de valor sólo cuando el ejecutante actúe de la manera que tú quieres, pero no dar nada e incluso castigar cuando esa actuación no se produzca, ha sido ridiculizado como primitivo y brutal en la gestión de personas. Sin embargo, a menudo es el único principio filosófico que subyace en los enfoques de la mayoría de los mandos a la hora de gestionar a otros.

Pero sólo funciona cuando el gran garrote está presente. Y por eso, este tipo de gestión de personas, tan habitual en nuestras empresas, tiene los siguientes inconvenientes:

 El “palo” debe estar visible. El intérprete tiene que reconocer el instrumento basado en el miedo. La amenaza debe hacerse tangible. Por ejemplo: “Si no aceptas horas extras, no te colocaré en los puestos cómodos”, o “si no aceptas el traslado a Valencia, tu carrera terminará aquí”.

El “garrote” debe aplicarse constantemente. El movimiento deseado se debilitará e incluso desaparecerá si la amenaza percibida no está presente. “El jefe no está aquí hoy, así que no hay forma de que sepa si trabajamos durante el almuerzo o si nos tomamos la tarde libre”.

El palo tiene que ser el más grande que exista. A los empleados no les gusta que “los golpeen” y son muy capaces de encontrar protección. Por ejemplo, si un mando insiste ciegamente en hacer horas extras en lugar de encontrar métodos menos penosos para manejar las cargas de trabajo, los empleados pueden encontrar un “campeón” en un nivel jerárquico superior que se encargue del infractor: “Tenemos que dejar de exigir horas extras a estas personas. Están muy cansados ​​al día siguiente y los clientes se quejan de la mala calidad. ¡Encuentra otra solución!”

El portador tiene que estar dispuesto a utilizar el palo o la amenaza se evapora. Si se descubre el farol, los demás se dan cuenta de que el palo no tiene poder o que la persona que lo sostiene no tiene el coraje de usarlo. “No le escuches. Sigue amenazándonos, pero Gloria no le hizo caso y sigue en su puesto. Es una amenaza hueca.”

Por estas razones, el gran garrote puede ser un arma a corto plazo, aunque poderosa. Pero mediante la aplicación del miedo y la fuerza, los directivos y mandos también han podido forzar conductas poco éticas, prácticas ilegales, favores sexuales y otras horribles conductas laborales que solemos leer en las noticias.

Sin embargo, el tiempo ha puesto de manifiesto lo que es en realidad: un pobre sustituto del intento de lograr la motivación.

José María Garrido es profesional agroalimentario, consultor y docente. Después de trabajar 24 años como directivo, en la actualidad ayuda al empresario a aumentar el rendimiento consistente de su organización. Leer más...

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