¿En qué inviertes?
¿Guardas tu dinero de forma conservadora en certificados de depósito y cuentas de ahorro? ¿Inviertes en acciones y otros valores? ¿Te arriesgas apostando en criptomonedas?
Pregunto todo esto porque, después de todos estos años, me he dado cuenta de que la mejor inversión que conozco… está en uno mismo. En tu persona si eres profesional, o en ti y en tu equipo si eres empresario. Ahí es donde se encuentran los mayores dividendos potenciales. Y “dividendo” significa “beneficios” económicos.
Sin embargo, esa suele ser nuestra prioridad más baja:
«Asistiré a esa sesión, me apuntaré a ese curso, aprenderé este procedimiento… cuando tenga el tiempo y el dinero». ¡Lo que debería ser la prioridad más alta es en realidad, con frecuencia, la más baja!
Muy a menudo los profesionales que me dicen: “No puedo hacer ahora tu programa formativo para mejorar mi posición profesional… porque estoy estudiando inglés y no tengo tiempo”.
Y también en ocasiones los empresarios que me responden: «No puedo permitirme tu ayuda para mejorar la rentabilidad de mi negocio en estos duros momentos, pero una vez que mejore la situación, podré hacerlo».
Estas son lógicas perversas. Eso es como decir: «Tengo demasiada hambre para comer, pero una vez que tenga menos hambre, quizás coma algo». Sí, tendrás más hambre. O tu empresa habrá desaparecido.
Realmente no puedes apreciar el Gran Cañón del Colorado hasta que estás frente a él, el Royal Albert Hall hasta que asistes a un concierto, o las cataratas Victoria hasta que su rugido llena tus oídos.
Sólo puedes apreciar la mejora que puedes hacer en tu vida cuando te involucras en ella.
Hay mucha tontería de autoayuda y de “mentalidad positiva” por ahí, eso es cierto, y a menudo lleva a las personas a considerar su propio desarrollo como una cuestión sólo de “desearlo muy, muy fuerte” pero sin hacer nada real al respecto. Pero vete preguntando a tus conocidos de confianza qué han hecho.
Y ten en cuenta esto que te voy a decir ahora de alguien que genera contenidos en Internet continuamente:
No aprendes a esquiar, a andar en bicicleta o a transformar una empresa viendo publicaciones en LinkedIn.
¡Ni siquiera las mías!