A nadie le conmovió jamás un líder que se paró frente a las tropas y dijo: «¡Atrevámonos a ser conservadores!». No te esfuerces por nada que no sea la victoria; no te conformes con nada que no sea la excelencia.
Hoy, hablando de #Liderazgo: NUNCA JUEGUES A EMPATAR.
Independientemente de que seas aficionado a los deportes o no, supongo que recuerdas decenas de situaciones en las que un equipo ha salido a empatar el partido y después ha salido “trasquilado”.
Pero digo más. También recordarás situaciones en las que un empate podía dar un campeonato (y la victoria también, por supuesto) y vemos que la estrategia conservadora planteada por el entrenador ha dado como resultado un partido decepcionante, apagado y atroz como ejemplo de liderazgo. Porque la auténtica gracia del deporte está en la búsqueda de la victoria, que es cuando se descubre el valor del esfuerzo y de la superación.
Aunque al final el equipo en cuestión gane el campeonato, el “fair play” y la honestidad se demuestran cuando se sale a ganar.
En términos empresariales ocurre algo similar. Debes establecer objetivos ambiciosos para tu empresa y luego aportar los medios necesarios para ayudar a las personas a conseguirlos.
Las organizaciones compiten. Ésta no es una actividad repugnante ni inmoral. Es la base de nuestro sistema de libre mercado. Debes entrar en la batalla disparando con todas las armas, con todas las manos en cubierta y todos concentrados en el objetivo. Nadie va a los Juegos Olímpicos gritando «¡Voy a por el bronce!» Perseguir el oro y terminar con el bronce es un esfuerzo noble, pero perseguir el bronce y terminar en el puesto 12 no tiene mucho sentido.
Celebra esas victorias. No hay nada de qué avergonzarse y, con demasiada frecuencia, se dan por sentadas. Si no lo haces, en esencia le estás diciendo a la gente: «Lo lograste, pero no es suficiente». Cuando alguien consiga objetivos difíciles, tómate tiempo para liderar la celebración. Ofrece a la gente un momento de conversación y celebración. Reúne al equipo para hacerlo evidente. Invítales a comer. Regálales un fin de semana con su pareja. Permíteles disfrutar del éxito.
Por el contrario, cuando no hayáis tenido éxito, aprende del revés y reenfoca tus esfuerzos. No te retraigas inmediatamente ni te encojas. ¿Te imaginas un club deportivo que, después de una temporada mediocre, anuncie a sus socios que han decidido reducir las horas de entrenamiento, el número de preparadores físicos, la calidad del equipamiento y el número de jugadores de calidad?
Sin embargo, eso es exactamente lo que hace un mal liderazgo después de un revés.
Nunca juegues a empatar. El éxito nunca es definitivo y el fracaso raramente es mortal.