Se define la simpatía como aquella “inclinación afectiva entre personas, generalmente espontánea y mutua”. Podemos decir que la empatía es la capacidad de compartir lo que siente otra persona.
Creo que las relaciones profesionales deberían basarse en la empatía sin (necesariamente) simpatía.
Esta es la base por la que considero que el “liderazgo paternalista” es una tontería. La gente quiere líderes fuertes, justos y consistentes.
Esto quiere decir que cuando te dicen que has hecho algo bien y mereces ese reconocimiento, te lo dicen en serio, sin motivaciones ocultas, porque también te han dicho cuándo has fallado y necesitas mejorar. Después de todo, ¿quién no ha fallado nunca y quién no tiene necesidad de mejorar?
Decirle a alguien que ha hecho un gran trabajo cuando no lo ha hecho (este es un hecho común en relaciones profesionales “buenistas”) no es una acción «neutral» supuestamente «amable». En realidad, es bastante dañino porque el perpetrador ha arruinado la calibración. Después de todo, si me dicen que un desempeño pésimo es “bastante bueno”, ¿qué hago con los comentarios pertinentes y bien ajustados de los demás cuando me dicen que un trabajo similar está mal hecho?
Yo, por mi parte, agradezco a todas las personas que a lo largo de mi vida nunca me dijeron que estaba haciendo algo “excelente” cuando yo estaba equivocado en mis apreciaciones y hechos, no podía recordar el nombre de un invitado, no sabía con qué otras provincias limitaba la mía o los cordones de mis zapatos no estaban bien anudados.
Lo siento, te voy a decir la verdad. Lo que no te mata te hará más fuerte. Sólo te deja un poco herido, y sólo brevemente.
Dicho sea sin acritud hacia los perpetradores de los nuevos planes de estudio.