En estos días en los que vivimos nos encontramos con dos fenómenos que, cuando se mezclan, resultan, como poco, bastante “perturbadores” (hay muchos otros “fenómenos”, pero hoy me quiero referir en concreto a estos dos):
- Las posiciones que cada persona tiene sobre “temas científicos”.
- La polarización de las discusiones, que impide la discusión sosegada y generosa.
Por supuesto, la «ciencia» de una persona a menudo se basa simplemente en creencias y opiniones personales, con frecuencia respaldadas por el sesgo de confirmación de Internet y las Redes Sociales, donde puedes encontrar soporte a prácticamente cualquier posición… y a su contraria.
Recuerdo cuando Mensa (nada menos que “la asociación de personas del alto cociente intelectual más antigua y extensa del mudo”, según reza en su página web) tenía un grupo de interés especial en el monstruo del Lago Ness y, cuando se demostró que la foto más famosa de «Nessie» era un burdo engaño, ¡el presidente de ese grupo afirmó que los medios simplemente tergiversaban la historia real!
¿Suena tonto? Bueno, la última “oleada de globos chinos” ha vuelto a recuperar la semi obsesión por los OVNIs en Estados Unidos.
Creo firmemente en el método científico y respeto profundamente a los científicos (no en vano soy biólogo y licenciado en Farmacia de formación y he trabajado 24 años como tecnólogo de alimentos).
Pero también respeto la disidencia informada y las opiniones opuestas. Cuando las cosas se combinan seria y pacientemente, la verdad puede surgir de ese crisol de posiciones. Mi opinión personal es que la crisis del COVID nos enseñó a todos que gente inteligente, formada y bien intencionada también pueden disentir entre ellos.
Pero la cuestión es que, como respuesta ante los desacuerdos y errores, deberíamos levantar la cabeza, no tanto la voz y mucho menos las armas.
¿Suena tonto? Bueno, considera las últimas noticias, otra vez, sobre la filtración de un laboratorio chino como origen del COVID.
Como les digo a mis alumnos, además de nuestra extraordinaria capacidad de colaboración a gran escala, lo que diferencia al Homo sapiens de otras formas de vida es el don de la autoconsciencia (consciencia de mí mismo). Tenemos la capacidad, aunque no siempre aplicada, para considerarnos a nosotros mismos en términos de nuestro impacto en los demás, en el entorno en el que residimos y con capacidad para planear nuestro futuro.
Sin embargo, el software y la tecnología pueden multiplicar esas habilidades e incluso mejorarlas.
¿Suena tonto? Bueno, lee un poco sobre inteligencia artificial y el último invento del ChatGPT.
La humildad no es autodegradación. La humildad es comprender el valor en los demás.
Quizás sea una buena idea no asumir de entrada que las otras personas, las que están en desacuerdo con nuestros puntos de vista y nuestra “ciencia”, son tarugos, cortos mentales o imbéciles. Quizás hasta sea buena idea escucharles.
Y tampoco es absolutamente imprescindible… ¡tener una opinión o posición creada sobre absolutamente todo lo que se plantea! Yo creo que es excesivamente agobiante, ¿no?
A menudo no sabemos lo que no sabemos.
Yo, por mi parte, constantemente me sorprendo de lo estúpido que era hace un par de semanas.
“Nadie es tan ciego o tan estúpido de pensar que pueden conseguir una comprensión perfecta de todas las cosas. De hecho, cuanto más profunda sea su comprensión, más consciencia tiene de su ignorancia.” — San Basilio de Cesarea.
“La certeza moral es siempre un signo de inferioridad cultural. Cuanto más incivilizadas son las personas, más seguras están de saber con precisión lo que está bien y mal.” — H.L. Mencken.