El tópico dice que «Los empleados se resisten al cambio». Sin embargo, muy a menudo son los jefes los que más se resisten al cambio.
Para progresar en el mundo de hoy tienes que dejar atrás un pasado que a menudo era engañosamente cómodo.
Hoy, hablando de #Diversidad: SUPERANDO RESISTENCIAS.
“La gente se resistirá al cambio”, o sea, “las cosas siempre se han hecho así”.
Constantemente nos dicen estas cosas, hasta el punto de convertirse en una perogrullada que no se cuestiona, como «las mujeres son más sensibles que los hombres» o «las mujeres no pueden vender a los clientes en este sector». Tales mitos fácilmente aceptados se convierten en profecías autocumplidas, porque las mujeres no son contratadas para vender en este sector, los hombres temen que una demostración emocional perjudique sus carreras y la gente siente que el cambio será una amenaza.
En realidad, los jefes se resisten al cambio mucho más que los empleados, y existe una razón racional para esta resistencia. Los directivos y managers han trabajado en el marco del «sistema» existente para llegar a donde están, y muchos de ellos vislumbran una mayor progresión a través de ese mismo «sistema».
La belleza de un sistema conocido y predecible es que puede ser racionalizado y analizado, sacándose así conclusiones. Por ejemplo, “si uno pasa tiempo en exportación, las posibilidades de promoción aumentan”, o “En esta empresa, Logística es un callejón sin salida”.
Cuando las cosas cambian y el sistema ya no es tan predecible, los directivos y managers se encuentran en un nuevo campo de juego, que puede ser uno con diferentes reglas y diferentes “métodos de puntuación”. Justo cuando dominas las habilidades del juego anterior, se te pide que juegues uno nuevo. No es de extrañar que muchos directivos o supervisores, consciente o inconscientemente, traten de seguir usando el campo viejo, el equipo viejo y las reglas viejas. Y en muchos casos, suelen alargar el juego anterior.
Sin embargo, tarde o temprano el juego cambiará, y los jugadores que se nieguen a renunciar a las reglas y al equipamiento anterior se encontrarán fuera del campo. Todos nos sentimos cómodos con lo familiar. Pero todos tenemos que dejar atrás el pasado para alcanzar el futuro.
En un momento dado me di cuenta de que no es el futuro lo que asusta a la gente, sino más bien soltar el control seguro del pasado y enfrentar la incertidumbre de la transición hacia el nuevo control, la “nueva familiaridad”.
Cuando el lugar de trabajo cambia, admitiendo mujeres en trabajos que antes eran sólo para hombres, aumentando el número de personas de otras razas, ofreciendo acceso a personas con discapacidades, invitando a nuevos puntos de vista sobre la política de la empresa, empleando personas que hablan español como segundo idioma, otorgando prestaciones familiares a personas de diferentes orientaciones sexuales, eliminando los códigos de vestimenta oficiales o no oficiales y, en general, creando un entorno mucho más heterogéneo, también cambian la cultura organizativa, las creencias y los sistemas.
Aferrarse a las viejas costumbres es imposible, improductivo e injusto. Aceptar las nuevas realidades es el único camino que tiene sentido, incluso si significa aprender nuevas reglas, adaptarse a un nuevo campo de juego y actuar de una manera diferente.
El lugar de trabajo seguirá evolucionando, y su éxito no depende de que adoptes un sistema y un conjunto de normas determinados, sino de aceptar el cambio en sí mismo y comprender que, si bien a menudo es difícil dejarlo ir, es extraordinariamente gratificante tender la mano para atrapar ese nuevo futuro.
Además, tienes que hacer ese viaje tú mismo si quieres ayudar a otros a llegar allí.