Por José María Garrido

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Hasta los objetivos empresariales más perfectos carecen de todo valor si no se traducen en objetivos individuales tangibles, claros y asumibles.

Es lo que se denomina «despliegue estratégico», lo que significa que el líder debe asegurarse de que el individuo esté enfocado, sea evaluado y por lo tanto recompensado por la generación de resultados que respalden la estrategia general de la empresa.

Por supuesto, esta congruencia no ocurre automáticamente. De hecho, es bastante común observar que los empleados actúan muy hábilmente orientados hacia objetivos individuales que, en realidad, son incluso opuestos a los objetivos de la organización. Y esto no es un fracaso de los empleados: es un fracaso del líder.

El auto-interés individual del empleado debe ser compatible con la dirección que quiere tomar la organización. Si me recompensan por evitar el riesgo, no seré muy innovador.

En el gráfico de abajo puedes ver que la consecución de los objetivos estratégicos (y por lo tanto de una Visión en el marco de una Misión) de la organización sigue dos caminos concurrentes y de apoyo mutuo.

A la izquierda está el camino operativo, que identifica los resultados y las consecuentes actividades para alcanzar los objetivos.

A la derecha está el camino cultural/conductual, que define cómo deben actuar las personas para lograr esos objetivos.

Nadie más allá del CEO y del Equipo de Dirección está especialmente motivado, por ejemplo, por el objetivo corporativo (totalmente legítimo) de aumentar el valor para los accionistas. De hecho, es difícil determinar rápidamente si las acciones de uno en un momento dado están contribuyendo a ese fin.

Depende del liderazgo traducir esa meta en una realidad operativa, con el apoyo y las consecuencias adecuadas. Los pasos que debe articular el líder para conseguir ese despliegue alineado serían los siguientes:

● Identificar y describir la visión corporativa.

● Identificar y describir los objetivos estratégicos.

● Identificar y definir los valores operativos clave.

● Establezca el acuerdo sobre las tácticas necesarias.

● Establecer el acuerdo sobre los comportamientos y objetivos de desempeño requeridos.

● Medir conjuntamente los resultados.

● Equilibrar las recompensas para reflejar el progreso en ambos caminos.

Los líderes mantienen el panorama general enfocado al comprender que las personas lo ven a través de varios filtros y lentes.

Se requiere un ajuste fino si queremos que todos veamos el mismo futuro y entendamos nuestros roles para lograrlo. Ese es el auténtico despliegue y ejecución de la estrategia.

 

TRES CLAVES PARA EL DESPLIEGUE ESTRATÉGICO:

1. Establece consecuencias positivas para los comportamientos que apoyan la dirección estratégica y consecuencias negativas para los que no la apoyen.

2. Traduce los objetivos estratégicos de forma que tengan significado durante las actividades y responsabilidades diarias del empleado.

3. Vuelve a examinar los objetivos con una frecuencia trimestral. En tiempos de cambios acelerados, no hay nada mágico (ni seguro) en las revisiones de frecuencia anual.

José María Garrido es profesional agroalimentario, consultor y docente. Después de trabajar 24 años como directivo, en la actualidad ayuda al empresario a aumentar el rendimiento consistente de su organización. Leer más...

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