A medida que vamos adentramos en el 2023, debemos que empezar a reconocer que se está produciendo algo más que el cambio de un año. Nos encontramos en medio de un continuo cambio de era.
Venimos de un largo periodo desde los años 60 en el que nuestra generación (los “baby-boomers”) está envejeciendo y empezando a jubilarse, y las cosas llevan ya un tiempo cambiando de dirección.
Algunos de los valores “occidentales” de la cultura del esfuerzo, hacer las cosas bien, promocionar, criar una familia integrada, impulsar el “nido vacío”, etc. están siendo de alguna manera desmontados. La transferencia de valores generacionales tradicional ha sido a través de la comida familiar, la escuela y la religión. Las tres se están desvaneciendo, o al menos su valoración es muy inferior hoy.
El encadenamiento de sucesivas crisis globales profundas (la financiera del 2008, COVID 2020, energética hoy) está generando demasiada exclusión y demasiado enfado, con el consiguiente aumento de la división social, el sectarismo político «tuitero» y el auge de los populismos. El Reino Unido abandona la Unión Europea, el trumpismo se pone de moda y ya llevamos dos Congresos y pico asaltados.
Empeñados en dividir más que en sumar, la vieja Europa está cada vez más vieja y la democracia liberal se tambalea por la ausencia de liderazgos claros, mientras los misiles caen todos los días sobre Ucrania y estamos pasando frío en casa en uno de los inviernos más cálidos que se recuerdan, con las estaciones de esquí de color verde en enero (…al menos hasta ayer mismo).
Al mismo tiempo, India construye autopistas para llevar el turismo masivo al Himalaya, la China tirano-capitalista sobrevuela el mar de Taiwan y las panaderías artesanales cierran a centenares, dando paso a las tiendas de moda “Made in Asia”.
Finalmente, se está produciendo una transferencia de riqueza récord a medida que los boomers están empezando a retirar fondos de las Seguridades Sociales, que difícilmente se compensarán con las aportaciones de salarios raquíticos, cuando además pierden un 6% de poder adquisitivo por la inflación. Esta es la mayor transferencia transgeneracional de riqueza de la historia.
Así pues, no esperes sólo otro año nuevo.
ALGUNAS IDEAS PARA SENTIRTE MEJOR EN ESTE AÑO QUE COMIENZA
Dejar de procrastinar. Hazlo, pide a alguien que te ayude a hacerlo, u olvídate definitivamente de hacerlo.
Deja de sentirte culpable. Eres una buena persona. Aunque todos tenemos defectos propios, no eres responsable de los defectos de tus padres, y además estás haciendo una contribución a la sociedad.
Sé más generoso. Alguien parado en una esquina o en un semáforo con un cartel de cartón puede ser un estafador, pero probablemente no lo sea. Deja de preocuparte por lo que esa persona hará con unos pocos euros y sólo dáselos.
Pelea contra tu ira cuando conduces. Cuando alguien te “corte” en una rotonda, no use el intermitente o no te permita adelantarle, antes de enfadarte pregúntate si alguna vez, consciente o inconscientemente, tú también has hecho lo mismo.
Escapa de la mentalidad de la pobreza/escasez. Las personas de la hostelería (propietarios de bar, camareros, recepcionistas) merecen tener una vida decente. Sal de vez en cuando y gasta algo de dinero.
Revisa seriamente la “mochila” que te dejaron tus padres o hermanos en tu juventud y tírala por la ventana. Probablemente estaban amargados o equivocados y ése ya no sigues siendo tú de ninguna manera. Si no puedes hacerlo, paga unos euros por los servicios de un terapeuta (el ROI merece la pena).
Ignora a aquellos que se posicionan en un lugar moralmente más “elevado”. Si quieres añadir sal a tu comida, hazlo: es tu decisión, tu comida y tu vida. No dependas de nadie que te diga cómo debes vivir, siempre que tengas un comportamiento ético y obedezcas la ley. La sal no es ilegal.
Deja de culpar a otros y acepta tu responsabilidad. Si tanto tú como otra persona os tropezáis en la misma silla al entrar en una habitación, no puedes llamar al otro «torpe» al mismo tiempo que afirmas que tu tropiezo es culpa de quien puso la silla allí.
Pasa mucho menos tiempo en las redes sociales y deja de buscar el “like” fácil.
Deja de comer kale sólo porque está de moda. Sabe muy mal y ni los conejos se la comerían. Ten algo de autoestima.