Estamos viviendo momentos muy difíciles, de una enorme incertidumbre.
Tiempos en los que todavía es muy complicado pensar, no ya a medio o largo plazo, sino mucho más allá de la próxima semana.
Pero son momentos en los que, a mi juicio, deberíamos estar atentos a los acontecimientos que se van sucediendo para ser conscientes de las oportunidades de aprendizaje que esta crisis ya nos está aportando.
Sin duda este es un momento grave.
Y es en momentos como éste donde se pone de manifiesto la capacidad de las personas para superar circunstancias traumáticas; cuando toca aguantar y no esconderse.
Porque hay personas que se diluyen en medio de este desconcierto generalizado, y que son los que ya estaban como “recluidos” antes de la pandemia.
Por otro lado están los que opinan. Los que opinan de todo y sobre todo lo que hacen, o lo que deberían hacer…. otros.
Y luego están los que dan la cara: en primer lugar, y sobre todos los demás, los sanitarios, pero también policías, repartidores, recogedores de basura, suministro eléctrico, informático… y tantos otros, ¿verdad?
Las personas de nuestro sector agroalimentario, de toda la cadena de suministro (productores primarios, industriales, transportistas, distribuidores, empleados de supermercados, pequeños comercios) están claramente entre estos últimos.
Personas que, jugándose también su integridad física, han vencido el miedo lógico y están al pie del cañón.
Trabajando, produciendo. Cumpliendo.
No es tanto el producto, la marca, las máquinas, el marketing, los ordenadores o la tecnología.
Nuestras empresas agroalimentarias son PERSONAS, y son las personas las que están manteniendo la actividad de la cadena de suministro.
Personas que están poniendo de manifiesto un orgullo de pertenencia, un sentido para su trabajo, y que se han alineado detrás de un Propósito: aportar a la sociedad; abastecer a la población, cumplir con los clientes.
Por eso es momento de redescubrir el enorme poder de un PROPÓSITO, el destello del “para qué” estamos aquí. Un sentido que cohesiona, que alinea, que extrae lo mejor de cada uno, y que, sumado al del resto de compañeros, genera una energía y tiene una potencia IMPARABLE.
Y tiempos donde también se pone de manifiesto la insustituible necesidad del LIDERAZGO. Momentos en los que los colectivos humanos necesitamos, más que nunca, de guías que nos orienten, que nos digan qué debemos hacer para afrontar tanta incertidumbre.
Que sean capaces de reducir la infinita gama de grises a un “blanco” o “negro” y que, por tanto, TOMEN DECISIONES.
Un liderazgo que no empuje, sino que arrastre, y que es el que están practicando la gran mayoría de nuestros empresarios agroalimentarios.
Seamos conscientes de todo ello para cuando las cosas vuelvan a la normalidad, que volverán.
Cuando en nuestras empresas agroalimentarias se vuelva a trabajar con las normas de seguridad alimentaria habituales, con los encargados organizando los turnos establecidos, con los jefes de departamento centrados en su trabajo, o los empresarios intentando gestionar, y afrontando el futuro.
Será entonces bueno recordar cual es nuestro auténtico Corazón Agroalimentario:
- Un Propósito que nos cohesione.
- Un Sistema que dé confianza a nuestros clientes.
- Y un Liderazgo positivo, que ponga en el centro de la acción a las Personas, porque nuestros empleados son lo primero. Ellos son el auténtico Capital de nuestras empresas.
Ojalá todo esto que hoy está pasando y el cómo lo estamos afrontando no se nos olvide cuando sea el momento de demostrar que, efectivamente, estamos comprometidos con el futuro sostenible de nuestras empresas, y tengamos que demostrarlo con acciones de cambio que las sitúen a otro nivel.
Termino pidiéndote que cuides a tu gente, que te cuides tú mismo o tu misma, y que pases una gran semana… en la medida de lo posible.
¡Mucha fuerza!
La solidaridad y el compromiso nos hara superar esta pandemia con éxito. Porque las grandes personas no se miden por el dinero si no por su corazón. El sector agroalimentario está demostrando a la sociedad el compromiso único y admirable con toda la sociedad española.
Nada que añadir, Celia Lucía, si no es agradecerte el comentario.
¡Cuídate!