Es posible que nada me haya impresionado tanto durante el tránsito por el 2022 (el primero completamente libres de restricciones por la pandemia) como el equilibrio y el juicio superior de aquellos que disfrutan de una vida bien balanceada.

El estilo de vida «adicto al trabajo» no sólo es poco saludable, sino que también ha resultado ser ineficaz.

Tanto los directivos como los empleados que compaginan el trabajo con actividades recreativas, la familia, los intereses personales, el ejercicio físico y otros entretenimientos, han tendido a recuperarse del desconcierto del COVID más rápido, además de que en este momento están aplicado una mejor perspectiva y son capaces de proporcionar a otros una asistencia y orientación vitales durante estos tiempos turbulentos.

La literatura que bucea en la gestión empresarial con una perspectiva psicológica refleja, profusamente, el hecho de que las personas que se ven a sí mismas bajo el prisma de su título o puesto de trabajo (por ejemplo, soy administrativo, o director de compras, o encargado de fabricación, o abogado) tienden a perder su identificación y autoestima cuando ese trabajo se ve amenazado o directamente es eliminado.

Sin embargo, aquellos que se definen a sí mismos en términos de su aportación de valor o de su “impacto en el entorno” (por ejemplo, proporciono tranquilidad financiera, lidero personas en entornos altamente competitivos, ideo y consigo nuevos negocios, etc.), mantienen esa sensación de contribución y buen desempeño en el trabajo incluso en tiempos de agitación.

Como ser humano no eres tu empresa, tu título o tu cargo, y ni siquiera tu oficio; el ser humano se autorrealiza cuando transforma su entorno, aporta a los demás, contribuye a la sociedad (todo ello desde una posición ética y positiva, por supuesto).

Yo creo que el secreto del éxito no está en trabajar duro, sino en trabajar de manera inteligente. Y el camino para trabajar inteligentemente está mejor perfilado cuando se combina o incluso cuando incluye propósito, la búsqueda de intereses amplios, aprendizaje y crecimiento personal, y tiempo para disfrutar de los seres queridos y de la vida.

Por eso, la pregunta clave es: ¿Qué estás haciendo para ampliar tu vida, mejorar tu aprendizaje y pasar tiempo de calidad con tu familia?

Cuando un empresario me dice que “las cosas no van bien” en la empresa, lo primero que le pregunto es: “¿Te estás divirtiendo?”

Si la respuesta es “No”, entonces ya sé que su rendimiento está sufriendo, así como también el de todos los que están en su esfera de influencia. Ya sé cuál es la causa principal de ese resultado insatisfactorio del proyecto empresarial (mucho más que la sequía, la guerra de Ucrania, la subida de las materias primas o la de la energía).

Es lo que ocurrió la pasada semana en una conversación con un empresario en Fruit Attraction.

Hemos quedado en seguir hablando del tema.

“La mayoría de nosotros dedicamos demasiado tiempo a las cosas urgentes y no dedicamos el suficiente a lo que es importante.” – Stephen R. Covey.

“El crecimiento tiene lugar cuando el siguiente paso adelante es subjetivamente más placentero, más gozoso, más intrínsecamente satisfactorio que la gratificación anterior con la que nos hemos familiarizado e incluso aburrido.” –Abraham Maslow.

“La pregunta más persistente y urgente de la vida es: ¿qué estás haciendo para otras personas?» – Steve Jobs.