Bien es suficiente.
Si «padeces» el síndrome del perfecto estás desgastándote innecesariamente.
Cuando tengas el 80% listo, muévete.
Desde hace tiempo soy consciente de que el seguidor no aprecia el 20% final del esfuerzo que pones en una publicación; los asistentes no comprenden el 20% invertido en “rematar” una presentación; el último 20% sudado en preparar una reunión nunca se requiere.
Tendemos a invertir nuestro tiempo fuera de toda proporción ante el improbable rendimiento de esa inversión.
La mayor parte de tu esfuerzo, estrés, energía y tiempo se consumen en ese 20% final, lo que implica una intensiva aplicación de trabajo con una utilidad muy dudosa.
En una ocasión, estando en una reunión de estrategia con un empresario, éste fue consciente de que estaba utilizando alrededor del 75% de su tiempo y esfuerzos en lo que en ese momento era tan solo alrededor del 10% de su negocio.
Así que tuve que decirle de forma decidida y ejecutiva: «¡Déjalo de inmediato!»
No estamos en una carrera en la que nunca debes dejar de correr hasta que cruces la línea de meta y cortes la cinta, o un esfuerzo que tengas que practicar al máximo nivel hasta que expire el tiempo asignado (y más si no hay posibilidad de ser atrapado, en cuyo caso todavía está más justificado que te guardes unas reservas).
Hablo de cosas como reescribir y reorganizar incesantemente, preguntarte si deberías tener cinco puntos clave en lugar de cuatro, dos anécdotas más en tu presentación, darle la enésima vuelta al procedimiento… o comprar aún más comida para la fiesta.
Todos tenemos o hemos tenido esa madre con la que, sin importar cuántas personas hubiera a comer, siempre sobraba suficiente comida como para alimentar a todo un regimiento. La entendemos: no hay nada como una comida “a mesa puesta”. Pero tampoco existe la comida perfecta.
Hace mucho tiempo, un muy buen amigo me detuvo a mitad de una frase de un discurso en el que yo estaba exagerando sobre una deficiencia menor. «Pero hombre, Jose Mari», me gritó, «¡La vida va de éxito, no de perfección!»
Y en ese momento comencé una vida nueva, más ligera y emocionante.
«El perfeccionismo no es una búsqueda hacia lo mejor. Es una búsqueda de lo peor de nosotros mismos, la parte que nos dice que nada de lo que hacemos será lo suficientemente bueno, que deberíamos intentarlo de nuevo.» —Julia Cameron
«Para seguir viviendo, uno debe tratar de escapar de la muerte ligada al perfeccionismo.» —Hannah Arendt
«El perfeccionismo se convierte en una insignia de honor contigo mismo interpretando el papel del héroe sufriente.» —David D. Burns