Mucha gente te dirá que «administres tu batería» y que «aproveches tu energía» para poder mantenerte fresco, creativo y activo.
Ésta es una suposición que defiende que tú eres el único generador de tu vigor y positividad y que «la vergüenza es tuya» si no eres capaz de generar una energía similar a una erupción geotérmica, si no eres un géiser humano tipo el «Old Faithful», el géiser más famoso de Yellowstone, la “patria” del oso Yogui y de su amigo Bubu. (Por cierto, en realidad, hay un súper volcán debajo de Old Faithful que, si entra en erupción, arrojaría gases tóxicos durante al menos 500 kilómetros a la redonda…).
Pero en el café de este lunes quiero decirte que tu nivel de energía depende, en gran medida, de quién está a tu alrededor: con quién hablas, a quién escuchas, ves o interactúas de algún modo. En mi ya extensa (aunque anecdótica) experiencia en la que he trabajado con varios cientos de empleados, mandos e incluso directivos, hay personas que te animan y otras que te desinflan: los que derrochan (en el buen sentido de la palabra) y los que te “chupan” energía.
Cuando hablo de “positividad”, no me refiero a las personas que te dicen que puedes «conseguir la luna» tan sólo con desearlo muy, muy fuerte, que te piden que golpees los tambores junto a tus compis para “crear equipo”, que te animan a que te abraces o a que construyas castillos de arena cuando la marea está baja. Todo eso es efímero y evanescente (como un donuts, que te da un chute de azúcar momentáneo pero que realmente no te “alimenta”). Me refiero a personas cuyo entusiasmo y energía son contagiosos, que te dan fuerza, esperanza y poder sólo por su proximidad, tanto “face-to-face” como de forma remota.
Los chupadores de energía son aquellos que siempre quieren tomar y nunca dar. Quieren que hagas su trabajo de fracasado. Te absorben el tiempo y te roban las ideas. Son los más necesitados entre los necesitados con menor justificación. Simplemente no aceptan su propia responsabilidad.
Una vez estuve haciendo snorkel en las maravillosas aguas del Índico en Zanzíbar y me encontré entre miles de peces diminutos, de unos cinco centímetros de largo. No pensé que esto fuera una amenaza hasta que todos ellos, diligentemente, comenzaron a mordisquearme, y me di cuenta de que era mejor salir de allí. Al menos las pirañas acabarían contigo rápidamente…
Ten en cuenta lo siguiente: esos pequeños peces llamados rémoras, que chupan los detritos y los restos de comida de la piel y los dientes del tiburón, están haciendo un trabajo positivo en una relación simbiótica.
No quedaría ninguna rémora en el mundo si no contribuyeran al bienestar del tiburón.
La Madre Naturaleza trabajando de forma “inteligente”.
“Tu vida está destinada a ser algo más que ser un felpudo permanente para holgazanes, perdedores, chismosos, detractores de sueños, vampiros energéticos, usuarios, abusadores, furiosos y traidores pasivo-agresivos.” —Bryant McGill.
“De hecho, es como si viviéramos en un mundo de zombies y vampiros, donde cada uno de nosotros se convierte en uno de ellos, después de ser mordidos y contaminados con la energía negativa de aquellos que ya tenían esa naturaleza.” —Daniel Marqués.
“Puedes argumentar que estoy equivocado, puedes exigirme más dinero, incluso puedes desafiarme a un duelo. Pero si sigues haciéndome perder el tiempo, soltaré a los perros.” —Alan Weiss.