En nuestras empresas agroalimentarias estamos muy acostumbrados a un ejercicio del mando de estilo “militar”, basado exclusivamente en los galones que otorga el poder de la jerarquía, y con el que tan sólo podemos conseguir el tiempo y, más o menos, el esfuerzo físico de los colaboradores.
Es lo que siempre hemos visto, lo que hace todo el mundo, porque no nos enseñan a hacerlo de otra forma. Pero con ello estamos perdiendo cantidades ingentes del valor que nuestra gente pondría a jugar para resolver los retos, los problemas y los desafíos de la empresa.
¿Quieres diferenciarte, y saber entonces cómo conseguir que tu equipo ponga toda su energía en aumentar exponencialmente los resultados?
Te lo cuento aquí en este vídeo en tan sólo tres minutos.
La diferencia con el “ordeno y mando” habitual a la hora de dirigir personas está en actuar como un auténtico director de orquesta.
Por un lado, se conocen y reconocen las capacidades de cada uno de los músicos o integrantes del equipo, y el papel del director de la orquesta es extraer lo mejor de cada uno de ellos, marcando el ritmo y haciendo que el conjunto suene de forma coordinada para conseguir el objetivo de obtener una ovación inolvidable por parte del público.
Y es que el Liderazgo es un arte.
Es el arte de ejercer una inspiración sobre las personas.
Y es esa inspiración la que las incentiva a trabajar de forma entusiasta (y es ahí donde se sitúa el compromiso) por el objetivo común de impulsar a la empresa hacia el futuro.
La motivación no se obtiene con la firma de un contrato, el pago de un salario establecido, el establecimiento de normas a cumplir, e ir impartiendo órdenes para que la gente las cumpla. Así conseguirás su tiempo, y a veces incluso que hagan lo que les mandas.
Pero si quieres conquistar todas sus capacidades y que pongan el alma en cada cosa que hacen, tendrás primero que darles seguridad y confianza, tendrás que hacerles ver que son importantes, que son “alguien” en tu equipo, tendrán que comprobar que los necesitas, y tendrán que cerciorarse de que contigo van a poder crecer, progresar y conseguir lo que ellos esperan de algo tan importante como es el trabajo.
Y después tendrás que hacerles sentir lo que tú sientes, creer en lo que tú crees, tendrás que movilizar sus sentimientos y deberás desatar su pasión por lo que hacen.
Pero todo esto no se consigue con manipulaciones, con trucos o con engaños.
No. Algo así sólo se consigue desde la sinceridad, desde la transparencia y desde la emoción, tu propia emoción.
Gestionar personas no es otra cosa que gestionar emociones, y para conseguirlo tienes que mandar a paseo tu armadura, tocarles con tus palabras, ser ejemplo con tus actos, y relacionarte desde tu corazón.
Y para poder hacerlo debes comenzar por conocerte a ti mismo. El propio Galileo ya decía que no hay mayor sabiduría que la de conocerse a si mismo. Debes saber quién eres, de qué estás hecho y cuáles son las fuerzas que te mueven. Solo así podrás empezar a tener la oportunidad de movilizar toda la energía que guardan tus colaboradores.
Reconozco que todo esto que te cuento no es racional, no arranca de la mente, no hay razones o argumentos objetivos.
Y por eso te pregunto, ¿tú qué opinas? ¿Crees que es suficiente con que ellos hagan lo que tú digas? ¿Crees que eres capaz de hacerlo simplemente porque tienes un cargo que supuestamente lo permite?
¿O crees que para conectar con las personas y obtener lo mejor de ellas, hay que hacerlo desde el corazón?
Estoy expectante por saber lo que piensas, así que deja tu comentario aquí abajo y lo vamos hablando.