Actualmente el tema de la Transformación digital empieza a estar en boca de todo el mundo.
Si en los últimos años cualquier representante empresarial que se precie no podía dejar de decir debía decir aquello de que “la innovación está en nuestro ADN” en todas sus apariciones públicas, no sé si dentro de poco oiremos algo así como “nosotros nacimos con el pan de la digitalización bajo el brazo”.
Pero reflexionemos un poco sobre esta Transformación digital en las empresas agroalimentarias.
De entrada, hay un hecho incuestionable: la Transformación digital va a afectar, y está afectando ya, a todos y cada uno de los sectores; a todas y cada una de las empresas, incluyendo a nuestras Pymes agroalimentarias.
Pero en este terreno me gustaría apuntar tan sólo dos ideas principales.
La primera es que “Transformación” es el sustantivo, y “digitalización” es el adjetivo. Esto va, principalmente, de reflexión sobre el Modelo de Negocio, de estrategia (es decir, de amenazas y oportunidades), de poner en valor nuestro liderazgo, y de análisis en equipo.
Se trata de que la Dirección tenga una idea clara de hacia dónde ir. Es decir: más estrategia, y menos cachivaches (sensores, robots o nueva tecnología).
Y la segunda idea, que para mí es nuclear al hablar de las empresas agroalimentarias.
Nuestras organizaciones son armarios oscuros y desordenados.
Son como cajas negras con un interior desconocido, poco iluminado y poco luminoso.
Por ello, antes de “digitalizar”, hay que poner orden: definir, racionalizar, estandarizar, medir y reducir la variabilidad de los Procesos, los de realización del producto y los organizacionales.
Y, con ello, eliminar el desperdicio.
Porque, si no, no harás otra cosa que “digitalizar el desperdicio”, y nada cambiará.
Nuestras empresas necesitan, primero, más lápiz y papel, antes de plantearse los famosos sensores, robots y otros cachivaches.