Por José María Garrido

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El dolor es inevitable. Pero sí podemos evitar el sufrimiento.

Todos nosotros tenemos que enfrentarnos al dolor. Algunos lo hacen profesional e institucionalmente -trabajadores de la sanidad, cirujanos, policías, bomberos, terapeutas (por citar algunos). Pero la mayoría de ellos son capaces de soportarlo, a pesar de ver de cerca la muerte, asistir a otros en catástrofes o consolar a personas con su pena.

Ellos no absorben el dolor que encuentran, ni tampoco el sufrimiento, porque si no, ¿cómo podrían hacer su trabajo? Siempre me ha sorprendido cómo los sanitarios, que están constantemente escuchando aflicciones y remordimientos durante 40 horas a la semana, pueden aun así conducir hasta casa sin “mala uva” en la carretera y conectar durante la conversación de la cena con el último partido de fútbol de su hija o el próximo recital del chico.

Todos nos vemos envueltos en el dolor, a veces imprevisible. Pero el sufrimiento es una elección, una decisión, una respuesta medida.

Tengo personas muy cercanas que aman a los perros y que, por supuesto, los han perdido debido a la edad o a la enfermedad. Dicen que es horrible; que su vida es demasiado corta. Pero su respuesta es honrar su muerte y, entonces, adquirir otro perro para continuar con su espíritu. Es la idea que siempre he compartido con las personas que se han dirigido a mí en condiciones similares.

El sufrimiento no ayuda. El dolor debe ser gestionado, pero nunca es el dolor el que dura, sino el sufrimiento autoimpuesto.

Me he encontrado con gente que, años después, todavía se enfadan por no haber cogido un número de lotería en un determinado momento, lamentan una relación que se empeñan en mantener, se quejan del mal trato que reciben de alguien, o se duelen del trabajo que no buscaron o aceptaron. Toda una letanía de sufrimiento que entumece el espíritu y agota toda la energía.

Tu sufrimiento es una elección consciente que no debería ser vista como una condición inevitable o un requisito inamovible.

Necesitamos “compartimentalizar” el dolor; de lo contrario, se filtra en cada grieta de nuestra existencia.

La pérdida de un ascenso en el trabajo no debería impedirnos disfrutar de los logros de los hijos en el colegio. Una mala discusión en casa no debería interferir en nuestro juicio a la hora de evaluar a un subordinado en el trabajo.

Si no compartimentalizamos el dolor, le permitimos que salga a la superficie y que alimente la ira en situaciones inapropiadas. No es bueno para ti soltar obscenidades al policía que te ha hecho parar porque tu pareja estuvo “pinchándote” en el desayuno, o gritarle a tu jefe después de comprobar que tu vecino ha vuelto a dejar la basura incorrectamente en la escalera.

No es cuestión de que “el resto de los mortales” no comprendan tu dolor (aunque habitualmente no lo hagan), sino que es cuestión de cómo las otras personas ven que tú gestionas el sufrimiento (“¿Te importaría, por favor, terminar aquí la conversación?”; –“No le veo muy capaz de asumir esta nueva responsabilidad…”-).

Si me lo permites, éstos serían mi consejos si quieres controlar tu dolor y reducir el sufrimiento con el objetivo de ser exitoso.

  • Permítete sufrir por un determinado periodo de tiempo y a un nivel determinado, pero no de forma incontrolada.
  • Reemplaza la pérdida con un nuevo propósito, o interés, o relación.
  • Habla de tu dolor con la gente de tu confianza, pero no les transmitas tu sufrimiento. Y no permitas tampoco que ellos lo hagan.
  • No te apenes en público (esto es, con extraños o con conocidos poco cercanos). Eso degrada tu dolor al convertirlo en un espectáculo.

La vida es demasiado diversa e impredecible como para evitar el dolor y el sufrimiento, pero podemos compartimentalizar el dolor y limitar el sufrimiento, así que podemos ser resistentes y vigorosos como para escapar de la depresión a largo plazo.

José María Garrido es profesional agroalimentario, consultor y docente. Después de trabajar 24 años como directivo, en la actualidad ayuda al empresario a aumentar el rendimiento consistente de su organización. Leer más...

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