dos caras

Por José María Garrido

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¿Cuál es la situación actual de la industria alimentaria española?

En los últimos días se ha hecho público el último Informe Económico Anual de la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB), correspondiente al año 2015. Según el mismo, el sector, con un máximo histórico de casi 95.000 M€ de cifra de negocio y más de 25.400 millones de valor de los  bienes exportados, se consolida como primer sector industrial del país.

La visión macro de la industria alimentaria española muestra una pujanza y una buena salud dignas de ser reseñadas, además de ser “un referente claro de la imagen de nuestro país en el mundo como símbolo de calidad y excelencia”, según palabras de Mauricio García de Quevedo, director general de FIAB. Y es que, ciertamente, las cifras impresionan.

  • Un incremento del valor añadido bruto (VAB) del sector, tanto en la economía, como en las manufacturas, alcanzando en este último caso el máximo histórico del 22,3%. El crecimiento medio anual del VAB  desde el inicio de la crisis (año 2007) se aproxima al 2%, mientras que el total de la economía ha decrecido (-0,45%); y en el caso de la industria manufacturera lo hizo con tasas del -1,82%, en el mismo periodo.  Un dato que demuestra la importancia del sector también como soporte de creación de valor para la economía del Estado.
  • Con casi medio millón (469.018) de empleos directos, supone el 21% de la industria manufacturera del país. Cabe destacar en este ámbito, que el sector acumula 29 meses consecutivos con tasas positivas de afiliación a la Seguridad Social.
  • En el último ejercicio la industria alimentaria ha exportado por valor cercano a 26.000 millones de euros (25.422 M€), un 6,1% por encima del año anterior, con lo que supone el 10,2% de las exportaciones de bienes de la economía española y el 11,5% del sector manufacturero. Desde el año 2.000 la industria alimentaria ha multiplicado por tres sus registros en esta variable. El sector se fortalece ocupando la  sexta posición en el ranking exportador de la Unión Europea y en la décima a nivel mundial.
  • De las 28.185 empresas que conforman el sector, 12.697 exportan activamente. Esto supone un crecimiento del 2,1% respecto al año anterior. El dato muestra la apuesta de las compañías españolas por esta vertiente de competitividad. Los principales productos exportados son los procedentes de la industria cárnica y sus derivados, las bebidas y aceites
  • Cabe destacar también que en el último año aumentó un 2,5% el número de empresas del sector que realizan I+D+i. Este incremento se detecta tanto en aquellas que lo hacen de manera ocasional como continuada; un dato que contrasta con la disminución de empresas que realizan este tipo de actividad tanto en la industria (-1,3%), como en la economía en su conjunto (-3,2%). El gasto realizado en este campo ha aumentado también un 3,5%, situándose en 578 millones de euros.

 

La realidad con el foco en la PYME

De entrada, lo primero que puedo decir es que la micro-realidad está acorde con los resultados presentados por la FIAB. No podía ser de otra forma: esos resultados globales son la confluencia de los 28.185 resultados individuales, de todas y cada una de las empresas. Me estoy refiriendo a la industria alimentaria de menos de 50 trabajadores, que supone, nada menos, que el 96% del sector, con origen y trayectoria mayoritariamente familiar. Algo debe estar funcionando bien en las PYMES alimentarias, porque si no los resultados presentados por la FIAB no serían posibles. Efectivamente:

  1. Las PYMES crecen en cifra de negocio. Ha habido una regeneración general en el sector. Se fabrica bien; el pirateo y las malas prácticas de antaño han desaparecido. Se han hecho inversiones importantes; se han clarificado y organizado los procesos de fabricación; ya no hay casi ni una empresa que esté o pretenda estar en el mercado sin un certificado IFS/BRC y al menos un técnico de Calidad dedicado/a a poner voz en temas de calidad, higiene, formación y seguridad alimentaria. Se buscan (y se encuentran) nichos de mercado donde operar. Todo ello ha traído como consecuencia buenos productos, seguros, apreciados y solicitados. Ya no hay “crisis” en las PYMES que han sobrevivido al duro periodo de ajuste de los últimos 10-15 años. Hay mercado y hay negocio.
  2. Las PYMES están exportando. La externalización ha sido y está siendo la gran apuesta del sector. Todas las empresas exportan en mayor o menor medida, y si no lo están haciendo todavía, tienen claro que una de las bazas que debe acometerse es la salida inmediata al exterior. ¡Buenos tiempos para los comerciales con idiomas!
  3. Como consecuencia de todo lo anterior, las PYMES alimentarias están generando empleo. Es la consecuencia inmediata, en un sector en el que todavía el trabajo manual es un elemento esencial del diseño de los procesos de producción. Costes de mano de obra competitivos más la alta calidad de nuestras materias primas conforman la base de este milagro económico.
  4. Aunque el término I+D+I utilizado por la FIAB (y por todo el mundo hoy en día) me parece excesivo, sí que es cierto que las nuevas ideas en productos y formatos están a la orden del día. Flexibilidad, lanzamientos continuos, aceptación de todo lo que el cliente propone (aceptación de un cierto enfoque al cliente)… generan extensas carteras de productos de tiradas muy cortas que, por otro lado, traen de calle a los encargados de fabricación y a los gestores administrativo-financieros de las empresas.

Sin duda, todo lo anterior es de una importancia capital, y supone la base imprescindible para empezar a hablar de la posibilidad de un desarrollo sostenible del sector  en el tiempo.

 

Bonita fotografía… con mucho por hacer

Todos los datos anteriores son realmente fantásticos, pero cuando uno transita a pie de calle, en contacto directo y profundo con las empresas reales, se encuentra con una realidad que hace pensar que esta pujanza puede tener los pies de barro o que, en otras circunstancias, los resultados en términos de crecimiento serían mucho mayores a los presentados por la FIAB.

Me estoy refiriendo, sí, a la falta de modelos de gestión empresarial sólidos en el seno de las empresas. Porque la realidad de fondo es, más o menos, la siguiente.

El empresario se ocupa de todo

El empresario es el alma, soporte, decisor, gestor y ejecutor de todo lo que se mueve en su empresa. La delegación prácticamente no existe; lo hace absolutamente todo.

En todos mis años de ejercicio profesional no he conocido otra figura más difícil de contactar que un empresario de PYME alimentaria. Su móvil está continuamente echando humo. Y no hablemos ya de la bandeja de entrada de su Email… aunque muchos de ellos limiten el contacto con el exterior al teléfono celular.

Pero, si todo ello fuera poco, hay casos que rayan lo inverosímil. En una ocasión reciente, al concluir una conversación con uno de ellos, nos propusimos fijar fecha y hora para la siguiente entrevista. Cuando le propuse a mi interlocutor un día y momento concreto, éste, hizo un gesto reflexivo mirando al techo, y me respondió: “De acuerdo, lo tengo libre”. Cuando al salir comenté con una de sus administrativas el hecho de que parecía que su jefe no manejaba una agenda de citas, ésta me respondió: “No, no la tiene. ¡Y también lleva en la cabeza todos los precios!”.

Era la misma persona que unos minutos antes me había comentado que “cualquier pequeño proyectillo que quiera acometer me cae a mi”

“Necesitamos orden. Necesitamos organización”

Sin negar las capacidades de un empresario así, que gestiona una empresa con la buena salud descrita anteriormente, sin duda esto tiene dos consecuencias graves:

  • pérdida de oportunidades de negocio por efecto saturación y por falta de equipo de acompañamiento, y
  • una calidad de vida para el empresario más que mejorable.

Ausencia una estrategia bien diseñada

Las ideas fluyen, los proyectos se suceden, la atención a las nuevas necesidades de los clientes moviliza. Pero los empresarios y, como consecuencia sus empresas, viven inmersos en un frenético día a día, y en una dinámica apagafuegos.

La carga de trabajo operativo constante, la falta de delegación y la ausencia de equipo con una cierta visión a medio plazo tiene como consecuencia una acción realmente cortoplacista muy preocupante. Los proyectos se acometen a base de güebos (con perdón), con objetivos movidos más por la exigencia de los clientes que como resultado de un análisis afinado de las bases estratégicas de la empresa, orientadas por una Visión bien clarificada.

“Sé hacia dónde ir, pero no sé cómo hacerlo. Sí, creo que eso de la estrategia debería ser la próxima cosa a hacer… el año que viene, que ahora no tengo tiempo”

Las consecuencias:

  • desorientación
  • asunción de riesgos innecesarios, y
  • más carga de trabajo para el empresario

¿I+D+i?

“Cuando viajo es cuando pienso en nuevos productos”.

Claro, en situaciones como la que estamos describiendo, el pensar en un cierto sistema reglado de desarrollo de nuevos productos, con una industrialización adecuada y unos lanzamientos razonablemente asegurados, es algo casi impensable. La situación se repite casi sistemáticamente: el propio empresario debe ponerse manos a la obra para hacer que su propia idea sea una realidad tangible, o es el comercial quien llega a la empresa con la propuesta del cliente… que el propio empresario (que es quien conoce el negocio) debe ejecutar personalmente. Cuando la esencia del lanzamiento efectivo de nuevos productos debería ser la planificación y el trabajo en equipo.

Las consecuencias en este caso son también bastante claras:

  • portfolios de productos que no paran de crecer, con las consiguientes complicaciones para los sistemas de producción
  • lanzamientos de productos fallidos con demasiada frecuencia
  • industrializaciones realizadas sin rigor ni planificación
  • enormes sorpresas en términos de costes una vez que el producto ya está lanzado.

 

Voy a detenerme aquí porque estos son los elementos que aparecen en el informe anual de la FIAB.

Entrar ahora en otros asuntos como la Gestión de Personas, Innovación con mayúsculas (no sólo nuevos productos), enfoque a la Sociedad (por ejemplo, desde el punto de vista ambiental), Tecnologías de la Información, Gestión del Conocimiento, o Marketing 2.0 (aunque te recomiendo que no te pierdas esta entrada de mi amigo Jorge García de Opazo sobre este tema) sería hacer un artículo interminable…

Aunque, si quieres profundizar en todo ello no tienes más que bajarte la guía que te regalo un poco más abajo 🙂

 

 

¿Te reconoces tú en alguna de estas situaciones que he descrito? ¿Crees que es exagerado? ¿Tienes alguna idea que aportar a estos contenidos?

¡La sección de comentarios es toda tuya!

José María Garrido es profesional agroalimentario, consultor y docente. Después de trabajar 24 años como directivo, en la actualidad ayuda al empresario a aumentar el rendimiento consistente de su organización. Leer más...

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