En su libro Million Dollar Coaching, Alan Weiss comienza planteando lo siguiente: “¿Alguien te ha venido alguna vez pidiendo ayuda o consejo? ¿Le ayudaste o aconsejaste? ¿Y la otra persona mejoró? Si es así, felicidades, eres un ‘coach’. No necesitas un certificado, un testimonio o la validación de otra persona”.
Yo creo que no nos valoramos lo suficiente. La mayoría de nosotros estamos ayudando a las personas todos los días, a través de nuestra profesión, nuestras relaciones, nuestras obligaciones, nuestra generosidad. Y no me refiero a la superficialidad de “esperar algo a cambio”, a querer recibir un pago ni incluso un agradecimiento por esas acciones.
Muchos de nosotros hemos aportado en nuestro pueblo, en asociaciones, clubs, voluntariados, grupos de amigos, comunidades de vecinos, contribuyeron de varias maneras a varias personas y causas. Sin embargo, a menudo nos sentimos culpables por no haber hecho lo suficiente, o por no haber hecho nada cuando «deberíamos hacer» (u otras personas nos dicen que «deberíamos hacer»).
Es muy conveniente hacer un balance de nuestras buenas intenciones, acciones y esfuerzos. No estoy hablando de resultados, necesariamente, sino de comportamientos. En estos casos los comportamientos son lo esencial, mucho más incluso que los resultados.
Si solo recompensamos victorias, muchas menos personas entrarán en esa carrera. Suelo decir a mis clientes en las empresas que es imprescindible reconocer comportamientos innovadores incluso si la innovación no tiene éxito. De lo contrario, a la gente le dará miedo intentarlo. Cada intento se convierte en el único y último, y así es imposible subir el listón de nuestra condición actual.
No hablaré por ti, pero yo reconozco que soy más pecador que santo. ¡Y es que estamos continuamente destacando nuestros errores!
Sin embargo, tenemos que reconocernos a nosotros mismos nuestros buenos comportamientos y no centrarnos tanto en nuestros errores. Si valoras y aprecias que estás contribuyendo y haciendo lo correcto, tendrás propensión a hacer más.
A diferencia del «bucle de la fatalidad», ese es un círculo virtuoso.
«A medida que envejezcas, descubrirás que tiene dos manos, una para ayudarte a ti mismo, la otra por ayudar a los demás.» -Audrey Hepburn
«No hay mejor ejercicio para tu corazón que acercarte y ayudar a levantarse a alguien.» —Bernard Meltzer
«La mano impersonal del gobierno nunca puede reemplazar la mano amiga de un vecino.» —Hubert H. Humphrey