Hemos clasificado el compromiso a través de 4 niveles:
- los “compradores de dinero”,
- “los cumplidores”,
- “los ambiciosos” y
- ”los 100%”
Pero hoy nos estamos haciendo la gran pregunta:
¿De qué depende que los empleados se sitúen en uno u otro nivel?
¿Qué es lo que determina la mayor o menor aportación energía y de valor de los empleados hacia la empresa?
Pues fíjate que respondemos a ello en un momento.
La mayor o menor aportación de energía y de valor hacia la empresa por parte de un empleado, su mayor o menor nivel de compromiso, depende exclusivamente de dos factores.
El primero de ellos es el propio empleado, es decir, cuál es la imagen mas íntima que la persona tiene de sí misma, de su íntimo nivel de ambición, de su voluntad de SER, de sus deseos y de sus propios temores.
Estamos hablando de:
- su propia actitud ante la vida y ante los demás,
- de su confianza, en sí mismo y en los demás,
- de su ambición y aspiraciones,
- de en qué medida quiere tomar iniciativas y asumir riesgos,
- de hasta dónde quiere exponerse y autoafirmarse,
- de su propia energía o pasividad interna.
Es decir, el primero de los dos factores que marcan un mayor o menor nivel de compromiso depende de los estratos profundos de la personalidad del trabajador. Nace de la propia persona.
De cómo él se responde a sí mismo a preguntas como
- quién soy,
- qué me motiva,
- qué me mueve, o
- qué quiero conseguir.
Y esas respuestas las llevará consigo, por supuesto, al trabajo.
Pero existe un segundo factor que moviliza o desmoviliza el compromiso de los empleados, y que veremos en el próximo vídeo.
Pero, ¿tú crees que el mayor o menor compromiso en el trabajo depende, en primera instancia, de la propia actitud del empleado hacia la vida en general y hacia el trabajo en particular?
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