A pesar de que el método de “el palo y la zanahoria” es constantemente ridiculizado como antiguo y poco elegante en materia de gestión de personas, lo cierto es que a menudo es el único principio filosófico que subyace en los enfoques de directivos y mandos a la hora de ejercer el mando sobre otros.
Este sistema “bueno o malo” va de que, sólo cuando el ejecutante actúe de una manera deseable para mí, entregarle algo de valor para él, y no proporcionar nada (o incluso castigar) cuando esa actuación no se produzca en los términos que yo deseo.
La «herramienta» del miedo o “gran garrote” para que la gente actúe como yo quiero se pierde en la noche de los tiempos. Las falanges hoplitas de los espartanos era una configuración que aseguraba una lucha encarnizada por parte de los hombres de las primeras filas porque unas 16 filas más de combatientes armados “empujaban” a la primera fila desde atrás. El enfoque bélico de la Legión Romana consistía a menudo en un legionario que sostenía dos lanzas en las espaldas de los dos hombres que marchaban delante de él, con una lanza presionando su propia espalda por el hombre que marchaba por detrás.
En la gestión actual, el miedo se utiliza como “motor” porque es fácil de aplicar. La “lanza en la espalda” hoy es, a menudo, el aumento de sueldo, el despido, la asignación de determinados trabajos o puestos ventajosos, las amenazas de hacer horas extras, obtener o no determinados beneficios, o disponer de más o menos libertad de acción.
Los directivos y mandos en posiciones de autoridad jerárquica no necesitan permiso, educación extensa o capacitación específica para aplicar este tipo de técnicas. No son difíciles de dominar y utilizar y, en la mayoría de los casos, es la única técnica que han experimentado antes.
Pero, en realidad, tampoco son muy eficaces.
Cuando utilizas el enfoque del “gran garrote” para tratar de “motivar” a alguien a actuar de cierta manera, lo único que realmente creas es “movimiento” momentáneo. Ese movimiento sí puede generarse externamente, pero sólo funciona cuando el “garrote” está presente y a la vista.
Esta es la razón de fondo más habitual cuando alguien se pregunta: “¿Por qué demonios mi gente no está motivada… sólo hacen lo que les mandan… no quieren trabajar conmigo?” etc.
Porque este es el sistema más pobre para generar motivación y compromiso en la gente.