Por José María Garrido

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Hace ya algunos años, mientras navegábamos por el Mediterráneo en el velero de una amiga, mi mujer se negó a lanzarse al mar porque estaba “profundo y oscuro” allí abajo (por el momento, todavía sigue sintiendo lo mismo hoy). Cuando le dije que no tuviera miedo a la profundidad, me dijo que no era a la profundidad a lo que temía, sino a lo que pudiera haber dentro de ella.

No es un mal asunto de reflexión, entonces y ahora. Porque lo que puede haber en la oscuridad de la profundidad quizás resulte ser bastante positivo.

Nadie predijo la revolución que iba a suponer Internet. Por supuesto, nadie predijo tampoco la pandemia.

Necesitamos encender una luz que nos permita evitar los obstáculos que hay en la oscuridad (incertidumbre) y aprovechar las oportunidades que pudiera haber en su interior. Esa luz proviene de hacerse preguntas inteligentes (no tanto de funcionar por emoción), asumir riesgos prudentes y aplicar dosis de resiliencia si es necesario. Podríamos llamarlo “audacia racional”.

Pero, ¿qué es la audacia racional? Sería dejar de lado la necesidad de perfección, de afecto y de conexión, para aventurarse en lo incierto y, tal vez, en lo desconocido.

Si pensamos en la época de Colón o de los posteriores descubridores españoles, veremos a personas que se lanzaban a lo desconocido en unos cascarones de madera que si se hundían hacían desaparecer a toda la tripulación. No había radio, ni helicópteros, ni botes salvavidas con avituallamientos. Si nuestros antepasados hubieran estado tan asustados como para no hacer esas cosas, como para no practicar la audacia racional, desde luego que el mundo sería un lugar muy diferente hoy.

Nosotros no corremos el riesgo de hundirnos, y el “arrojo” y la “valentía” que necesitamos no se acerca ni por lo más remoto a la de aquellos marineros. Simplemente tenemos que averiguar qué hay “en la oscuridad” (un poco más allá de nuestras narices) y comprender que puede ser algo inimaginablemente positivo y gratificante. Difícilmente serán experiencias inquietantes y, mucho menos, mortales.

En una entrevista a un eminente profesor universitario, cuando se le preguntó sobre la “ausencia de fe” en la sociedad actual, respondió: “¿Ausencia de fe? Mira las carreteras durante las vacaciones. Millones de personas conduciendo a más de 90 km/h a unas distancias del automóvil de enfrente que impiden absolutamente una frenada segura y que pueden provocar la pérdida de vidas. Esa es la mayor prueba de fe generalizada que puedo citar hoy en día.»

Hace mucho tiempo, cuando estábamos empezando con el proyecto empresarial de Vega Mayor, había meses que teníamos el riesgo de no pagar las nóminas si el banco no nos renovaba el crédito. Pero yo no tenía “ninguna duda” sobre aquel proyecto y, en cuanto tuve la oportunidad, adquirí unas acciones (también con crédito de banco) que nos obligaron unos años a ir de vacaciones en modo camping para poder pagarlas.

10 años después, aquella inversión se multiplicó por 31.

Enciende una luz en tu oscuridad, amigo.

 

“Sólo aquellos que se arriesgan a ir demasiado lejos pueden averiguar qué tan lejos puede llegar.” — T. S. Eliot.

“El riesgo de una decisión incorrecta es preferible al terror de la indecisión.” —Maimonides.

“Sólo falla penaltis el que los tira.” – Raúl.

José María Garrido es profesional agroalimentario, consultor y docente. Después de trabajar 24 años como directivo, en la actualidad ayuda al empresario a aumentar el rendimiento consistente de su organización. Leer más...

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