Diversidad significa mayor productividad.

Hay un mito que dice que «A los accionistas no les importa la diversidad, les importan los beneficios».

Pues bien, las mejores organizaciones han descubierto que una mayor diversidad crea más beneficios a través de una mayor productividad.

La fuerza central de cada organización se compone de la suma de todos los talentos, energías y habilidades de su gente. Ese total (100%), cualquiera que sea su medida, es todo el potencial de éxito que la organización puede aplicar a su misión y objetivos. La dirección sólo puede usar los talentos y habilidades disponibles (no puede usar lo que no tiene). Por tanto, el foco al que se dirijan esos talentos es la clave para la efectividad en el mercado.

Cuando las personas están preocupadas por el trato injusto en el lugar de trabajo, las prácticas discriminatorias, el acoso sexual, el lenguaje inapropiado, las políticas insensibles y otros impedimentos sistémicos y sociales a la diversidad, sus energías se desperdician. Se preocupan por «encajar» o por no ser excluidos y, dado que el talento es un recurso finito, es el resultado empresarial el que sufre.

Simplemente no hay duda de que un entorno que se adapta a las diferencias y acepta la diversidad de sus empleados, incluidas las creencias, puntos de vista y antecedentes de su gente, está haciendo la contribución más significativa a la productividad y a los resultados, porque el talento de la organización estará enfocado en el cliente y no en desperdicios internos reales y/o percibidos.