Primero QUIÉN, después QUÉ.
Imagina que tu empresa es un autobús. ¿Qué crees que es mejor hacer?
¿Pensar a dónde ir con el autobús, y después subir a él a la gente adecuada?
¿O primero subir gente buena, y después pensar a dónde ir?
A la hora de plantearnos cómo afrontar el futuro tendemos a definir una dirección, una visión y una estrategia para la empresa, y después buscar a la gente comprometida y alineada con esa nueva dirección.
Pues lo sorprendente es que los empresarios de las compañías realmente geniales hacen todo lo contrario: primero meten a gente buena en el autobús (y sacan de él a la equivocada), y entonces se plantean a dónde ir.
Y más en estos tiempos de tanta incertidumbre.
1.- Si empiezas con QUIÉN, antes de QUÉ HACER, te puedes adaptar mucho mejor a este mundo tan cambiante. Si alguien entra al autobús porque vais a un sitio concreto, y de repente es necesario cambiar de dirección, tenemos un problema. Es mejor que la gente quiera subir por QUIÉNES están, y no tanto por A DÓNDE vamos.
2.- Si tienes gente buena en el autobús, el problema de cómo motivar y gestionar personas desaparece. La gente buena no necesita ser gestionada o animada continuamente; ellos se sienten automotivados por la necesidad intrínseca de producir los mejores resultados y por formar parte de la creación de algo grande.
3.- Si tienes a la gente equivocada, da igual si descubres la dirección adecuada, porque no conseguirás demasiado: una gran visión sin la gente adecuada es irrelevante.