Cuando yo era un niño, una señora solía venir por mi pueblo empujando un carro y voceando su presencia a los cuatro vientos. Se dedicaba a recoger las “pelletas” (pieles) de los conejos que habían sido sacrificados en los últimos días por las distintas familias del pueblo. Las mujeres, naturalmente, estaban en casa, y enviaban a los niños a cambiar las pelletas por unos caramelos.
¡La llegada de “la Clara” (así se llamaba aquella mujer) era toda una fiesta! Dependiendo del tamaño y del número de piezas que le entregaras, ella completaba la transacción con un chicle, un puñado de Sugus o incluso con todo un chupador. Pero siempre le añadía una sonrisa, y eso nos hacía sentirnos felices.
Un día, «la Clara» dejó de venir, y nadie más volvió a ofrecer ese servicio.
En aquellos años en blanco y negro, también venía por el pueblo un hombre con una bicicleta (que posteriormente cambió por una mobilette) a la que había incorporado una especie de piedra giratoria articulada con los pedales mediante unas “complejas” correas. Era el afilador, reconocido por hacer sonar una flauta muy característica (una zampoña o flauta de pan). Las madres también nos enviaban a él con cuchillos y tijeras y las correspondientes pesetas para el pago, una vez que los instrumentos hubieran quedado finos y capaces de cortar un papel en el aire.
Lo más sorprendente es que, hace tan sólo unas semanas, un domingo que yo iba por la calle Estafeta de Pamplona a comprar la prensa en papel, volví a oír el sonido agudo y “cantarín” de esa flauta: ¡Un afilador bajaba la calle ofreciendo sus servicios!
Como cada fin de semana, charlé un rato con el kiosquero. Siempre hablamos del tiempo, a veces me pone al día sobre esta o aquella celebración de algún barrio, aunque ese día, el chascarrillo fue, claro, el afilador que estaba en la calle. “¡Parecen otros tiempos!”, me dijo.
Y yo no pude evitar pensar que, un día, el afilador… ¡y el propio kiosquero! cerrarán sus negocios… y nadie más volverá a ofrecer esos servicios (en los últimos 10 años he visto cerrar 4 puntos de venta de prensa nacional a mi alrededor, y ya sólo me queda éste).
Siempre he estado enamorado de las chaquetas “tweed”. Así que, cuando hace años estuve viviendo unos meses en Cambridge, me di el lujazo de comprar una que me costó una pequeña fortuna. Por un pequeño accidente, la tenía con una rasgadura en la solapa, y un buen amigo me recomendó llevarla a una sastrería determinada.
El local era un total desorden, con hilos, muestras y herramientas por cualquier sitio, y estaba regentado por un único sastre que, estoy seguro, hacía años que había superado la edad oficial de jubilación. Pero allí seguía. Al mostrarle la chaqueta, dijo sin ni siquiera tocarla: “Es una tweed auténtica. Esta la ha conseguido usted en el Reino Unido, seguro”. Cuando sintió el material dijo: “¡Una Harris! La lana es escocesa”.
Examinó la rasgadura y la tela, movió cosas aquí y allá hasta encontrar el hilo del color y el tamaño correctos, una aguja, dedales y tijeras, y comenzó a coser a un par de centímetros de distancia de sus ojos. (Yo creía que me pediría que se la dejara allí y que volviera pasados unos días). Diez minutos después, no quedaba ningún defecto visible. Estuve observándolo todo el tiempo y todavía no entiendo cómo lo hizo. Sin máquinas, sin automatismos, sólo con habilidad.
«¡Aquí está!», dijo, mientras terminaba.
«¿Cuánto es?», le pregunté. «Págueme lo que quiera pagarme «, dijo.
Le pagué generosamente, en parte por el trabajo de reparación, pero sobre todo por mi satisfacción ante un servicio personal e inmediato, unido a la aplicación de una experiencia ancestral (el arte de la costura se originó hace 4,000 años, por lo menos).
Cualquier día, este sastre ya no estará allí, y nadie le sustituirá.
Por supuesto, lo mismo es aplicable a mí mismo.
Y a ti.
La vida no es IA (Inteligencia Artificial), que sólo es otra herramienta. La vida va de AI: asociaciones interpersonales.
Participa y enriquécete con ellas mientras puedas.
“El servicio al cliente es un tipo de actividad que va de sol a sol, siempre en curso, interminable, sin fin, perseverante y comprensiva.” – Leon Gorman.
“En nuestra sociedad, la pequeña empresa tradicional está en serios problemas.” – Bob Beauprez.
“Los artesanos están desapareciendo. Creemos que estamos progresando al reemplazarlos con automatización, tecnología y trabajo remoto. Pero, ¿a qué precio? Estamos perdiendo nuestra alma social.” – Alan Weiss.
Me gusta .Buena manera de comenzar la semana y por supuesto un fuerte abrazo.
Muchas gracias, José :-).
Y un fuerte abrazo también para ti.