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El liderazgo para la implantación de la estrategia es como montar en bicicleta.
Hay 10 rasgos de liderazgo de «rueda trasera» y hoy vemos el #12: Subordinar el ego.
Muchos directivos sienten que sus actuaciones de liderazgo se justifican porque ellos mismos obtienen recompensas psíquicas y emocionales.
Así que esta necesidad de engordar el ego se convierte en el objetivo cuando, realmente, tan sólo debería ser una consecuencia saludable de alcanzar el auténtico objetivo: la visión estratégica de la organización.
A menudo es más efectivo no destacar entre el colectivo, particularmente cuando no es necesario hacerse cargo.
El reconocimiento y el feedback positivo debe ser compartido, y la única persona que puede distribuirlo de forma efectiva en cantidad y calidad es el líder. Y esto a veces significa asumir un papel más discreto mientras tu gente se lleva los honores, incluso si “ellos no lo habrían podido hacer sin ti”.
Los mejores líderes de rueda trasera que he conocido son aquellos que consiguen su misión sin esperar halagos y agradecimientos.
Es la diferencia entre el autor de teatro que consigue el estreno de su obra con un mínimo de autocomplacencia y el autor que acicala y prepara cuidadosamente el “espontáneo” reconocimiento del elenco de actores al final del estreno.
¿No has notado que muchas veces, cuando los actores gritan “¡el autor, el autor!”, algunos no pueden ser encontrados mientras otros ya están en el escenario?
Lo mismo ocurre cuando el Director General de la empresa se grita a sí mismo “¡Yo soy el autor!”.