Por José María Garrido

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Según Wikipedia, alrededor de 2.500 periódicos en Estados Unidos (un cuarto de los existentes) han cerrado desde 2005. 360 lo han hecho desde el inicio de la pandemia, aunque la tendencia estaba clara antes del comienzo de ésta. Y si la publicidad sobre automóviles desapareciera o se redujera drásticamente, la mayoría del resto de los periódicos tendrían serios problemas para sobrevivir.

He buscado datos de Estados Unidos porque, en este como en tantos temas, es allí donde podemos ver con más claridad las tendencias de “nuestro mundo”.

Siempre fui un ávido lector de prensa escrita. La compra de “pan y periódico (regional)” diario era una rutina profundamente enraizada en mi vida, a la que unía un segundo periódico (nacional) al menos durante el fin de semana, incluido viernes. Dedicar 2-3 horas a la lectura relajada de artículos y columnas era un disfrute durante los domingos.

Para mí siempre han sido distintos niveles de información: internacional, política y económica desde la prensa nacional, y la vida más cercana desde la prensa regional/local. Además de la información cultural, musical, eventos, sociedad, etc.

Porque es cierto que la prensa local nos proporciona las noticias más cercanas y pragmáticas para nuestras vidas; esas que no salen en televisión: aperturas y cierre de locales, nuevas iniciativas en tu ciudad, la situación de ésta y aquella empresa, la política regional (poco edificante, como casi toda ella), informes de la policía local, historias de nuestros antepasados, resultados deportivos, y demás.

Sin duda, una gran parte de mi visión del mundo, de mi “posición” hacia las cosas e incluso de mi conocimiento se lo debo a la lectura de periódicos… y a la radio, porque también desde hace muchísimos años soy un inclemente oyente (o “escuchante”, como dice alguna periodista) de radio.

Pero hace algunos años, empecé a perder esta “afición” al periódico. Cambios profundos en mi vida y un cambio de localidad de residencia me situaron en una comarca en la que la edición “local” de mi periódico diario era simplemente infumable. La sociedad estaba cambiando muy rápidamente y se iniciaba un proceso de polarización que fue haciéndose cada vez más evidente también en la prensa, tanto nacional como regional. Además de la imparable irrupción de la tecnología, que parecía que iba a arrasar con todo.

En 2015 me fui a vivir una temporada al extranjero (6 meses en Cambridge-UK) y a mi vuelta, simplemente dejé de comprar periódicos.

Pero con el paso del tiempo me he dado cuenta de que me faltaba algo.

Sí, los periódicos han entrado en una dinámica peligrosa. Reducciones de costes y recursos los han debilitado mucho. Su posicionamiento dentro de la polarización política es una decisión estratégica de sus editoriales, pero les resta mucha credibilidad. Y el avance de la tecnología les está obligando a moverse, aunque pienso que esa profesión/industria ha sido demasiado complaciente durante demasiado tiempo.

Sin embargo, creo que la libertad de prensa es un elemento absolutamente esencial en nuestras vidas.

Además, tampoco creo que la desaparición de los periódicos tenga que ser inevitable debido a la amenaza de la tecnología; muchas personas siguen comprando (compramos) libros impresos hoy, a pesar de las terribles predicciones sobre la muerte de los libros convencionales. Yo, personalmente, no me veo leyendo diariamente el periódico en una tablet y tengo algunos ebooks pendientes que cada vez me da más pereza leer.

¡Ah! Y simplemente no acepto que Google pretenda “mantenerme informado” mostrándome las “noticias” que él elige para mí cada vez que entro en el buscador del móvil.

Así que he vuelto a mi costumbre de “pan y periódico diario” (¡a pesar del precio!), aunque reconozco que la avalancha de deportes de los lunes y la delgadez de los ejemplares de algunos días no consumen demasiada proporción de mi tiempo. Y los fines de semana, moviéndome entre distintas cabeceras, sin prejuicios, lo cual está resultando en un interesante ejercicio de análisis de lo que son capaces de ofrecer cada uno.

Eso sí, a pesar de que el cierre de locales de prensa nacional en Pamplona hace que conseguir un periódico de ese tipo en domingo se convierta en una pequeña aventura. Y a pesar de que la información sobre novedades musicales ha desaparecido casi por completo, al mismo ritmo que la desaparición de la edición de discos de larga duración.

Pero esa es otra historia.

P.D. En un momento determinado probé algo que nunca había hecho antes: suscribirme a un periódico nacional para que me lo entregaran en mi domicilio cada mañana. La experiencia con los fallos en las entregas fue tan desastrosa que después de dos meses de pruebas, errores y llamadas, cancelé la suscripción. Una muestra más de que deberían tomarse estas cosas mucho más en serio.

 

“Mi padre nació en el año 1900 en Carolina del Sur, y creció en un momento en que ser un niño afroamericano en el sur de Estados Unidos significaba no tener acceso a cualquier cosa cercana a una educación razonable. Sólo tuvo tres años de educación formal, pero fue autodidacta: leía dos periódicos al día.” —Kenneth Frazier.

“Desde el principio, los periódicos han prosperado por una razón: dar a los lectores las noticias que quieren.” —Rupert Murdoch.

“Si me dejaran decidir si deberíamos tener un gobierno sin periódicos, o periódicos sin un gobierno, no dudaría ni un momento para preferir esto último.” -Thomas Jefferson.

José María Garrido es profesional agroalimentario, consultor y docente. Después de trabajar 24 años como directivo, en la actualidad ayuda al empresario a aumentar el rendimiento consistente de su organización. Leer más...

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