No necesitas aplicar «las mejores prácticas» (Best practices); lo que necesitas son “prácticas mejores” (better practices).
Una de las grandes mitologías, memes o directamente tonterías que se autoimponen las empresas es la agobiante y agonizante búsqueda de «las mejores prácticas», como si se buscara un unicornio o una sirena (eliminar las reclamaciones, implantar el LEAN, motivar a los empleados, “cero” defectos, etc.). De la nada al 100%.
Una vez que (se supone que) las organizaciones tienen «las mejores prácticas», dejan de buscar, porque han encontrado y “enjaulado” a la bestia ilusoria. Es entonces cuando cesan las iniciativas, la innovación se atenúa y el crecimiento se estanca.
Lo que debemos perseguir son “prácticas cada vez mejores” constantemente. A medida que cambian las condiciones económicas, demográficas, sociales, tecnológicas y geopolíticas (es decir, la volatilidad y la disrupción, como se las conoce hoy en día), todos deberíamos hacerlo.
La adaptación (o mejor, la anticipación) y el cambio constante.
No hay «las mejores prácticas» que no se puedan mejorar en los tiempos que corren, y algunas de esas que en algún momento lo fueron, deberían descartarse hoy en día.
Ya no hay “precio por establecimiento de llamada”, sino que hacemos videoconferencias internacionales gratuitas andando por la calle. Soy la única persona de mi entorno que sigue comprando CD’s. O el otro día escuché a una empresaria decir que su última “estrategia a 3 años” ya la habían cambiado varias veces.
Incluso la Constitución de los EEUU lleva 27 enmiendas desde que se promulgó su primera edición.