No sé desde dónde vendrá tu vocación por el sector agroalimentario, pero la mía viene desde muy, muy atrás. Es, junto a mi fuerte inclinación por la música (en mi perfil de Twitter me defino como ADN melómano), las dos grandes pasiones que siempre han definido mi vida.
Te contaré algo muy personal, y a la vez muy chulo.
En mis años adolescentes y de primera juventud compaginé los estudios con una dedicación semi-profesional a la música (lo digo porque cobraba algo de dinero por las actuaciones). En una época determinada, cuando ya estaba en la universidad cursando los estudios de Biología, se incorporó al grupo donde yo tocaba la batería el que había sido mi maestro en lo que entonces se llamaba primer curso de Primaria, D. Roberto. Para él fue su primer año de docencia, por lo que era un maestro realmente joven.
Un día, Roberto (como compañero de grupo ya le podía quitar el apelativo de Don) me contó una anécdota que me dejó realmente patidifuso. Había estado revisando unos papeles del año en el que yo había sido alumno suyo, cuando no debía contar con más de 6 o 7 años. Aquellos papeles recogían las respuestas a esa pregunta que siempre nos hacen los maestros de “¿Que quieres ser de mayor”, y en aquella ocasión nos pedía 3 respuestas.
“¿Y a que no sabes lo que tú respondiste?”, me preguntó generándome la correspondiente curiosidad mientras le respondía “¡No tengo ni idea!”.
“Lo primero que pusiste fue biólogo. Y lo segundo… ¡tocar la batería! Así que, tendrás que sentirte muy realizado”.
¡Pues sí! Siempre me recuerdo a mí mismo jugando con dos lapiceros a modo de baquetas golpeando en una mesa mientras oía los discos de Los Pekenikes que mi padre vendía en su tienda, y mi tío-cura, que había estudiado Biología, debía tener mucho que ver con que un crío de esa edad quisiera ser eso de mayor cuando ni siquiera sabía qué era exactamente. ¡Sería porque él mismo me bautizó con su nombre!
Y de la inclinación por la biología al mundo de los alimentos hay un pequeño paso, ¿no?
Y es que el mundo de la alimentación humana, de los productos alimenticios, y el sector agroalimentario en su conjunto, tienen tanta historia, tanta repercusión en el ser humano, tanta trascendencia, tantas implicaciones, tantas caras a las que mirar que es una de las dedicaciones más vocacionales y más generadora de pasión que uno pueda imaginar.
Los profesionales del sector agroalimentario conformamos una cadena extensa, amplia y trascendental para la vida de las personas. Desde el agricultor, el ganadero o el pescador, hasta el community manager, pasando por el empresario, el vendedor, el científico, el cocinero, el técnico, el transportista o el operario, todos estamos engranados y engrasados para conseguir el objetivo de alimentar al mundo de una manera suficiente, cada vez más sana, saludable y divertida, de forma sostenible y a un precio suficientemente asequible, generando riqueza y permitiendo al mismo tiempo el desarrollo de la humanidad.
Trascendencia
El fin de la depredación (caza y recolección) y el inicio de la agricultura y ganadería suponen el inicio, hace 12.000 años, de un nuevo periodo de la prehistoria de la humanidad: el Neolítico.
Alimentarse es la necesidad básica por excelencia del hombre en su condición de miembro de un sistema natural global. Al igual que en el caso de otros seres vivos, sin alimentación no hay vida, ni desarrollo, ni procreación. La lucha por la supervivencia es, sobre todo, la lucha por la alimentación, y se encuentra en el origen mismo de los acontecimientos y hechos (engrandecedores y destructivos) más relevantes de la historia del ser humano.
Más allá de la propia disponibilidad de alimento, el acceso a los nutrientes necesarios y adecuados determina la salud o la enfermedad, el desarrollo o la limitación, la educación o la ignorancia, la posibilidad de realización personal o el encadenamiento a la mera supervivencia.
Porque los alimentos son incorporados a nuestro propio organismo, continuamente; se descomponen al mismo tiempo que se transforman en nuestros huesos, músculos, tejidos y células. Además, nos aportan la energía necesaria para pensar, actuar, amar y existir. O sea, los alimentos nos permiten SER y HACER.
Los alimentos son nosotros mismos, y nosotros somos los alimentos que consumimos.
Y gran parte del placer, la comunicación, las relaciones y la felicidad del ser humano están íntimamente ligados al consumo de alimentos.
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Responsabilidad
Bajando más a lo terrenal, los que formamos parte del sector agroalimentario en particular asumimos una serie de responsabilidades de primer nivel frente a nuestros clientes, consumidores y entorno social.
La responsabilidad de la inocuidad y la seguridad alimentaria, base esencial y no negociable de la confianza en nuestros productos.
La calidad gastronómica, o como decimos los técnicos, organoléptica: sabor, olor, color, forma, textura, palatabilidad… e incluso sonoridad.
En un sector con un innegable impacto medioambiental, la responsabilidad de articular procesos sostenibles en el más amplio significado de la palabra.
La puesta en el mercado de alimentos, no ya seguros, sino que contribuyan a una alimentación más saludables desde el punto de vista nutricional, con una información clara de las composiciones para que el consumidor pueda tomar sus propias decisiones.
Creatividad, conveniencia, novedades, innovación… diversión, placer, sorpresa.
Y… eficiencia. Mejora del desempeño y reducción de costes para hacer que nuestros alimentos sean cada vez más accesibles a sectores más amplios de la población.
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Tendencia
Y el futuro.
Un futuro globalizado (me temo que independientemente de que aparezca uno o varios Trumps) e hiperconectado (hiperinformado).
Me permito aquí simplemente listar las Tendencias en Alimentación para 2017 que mi amigo y compañero Jorge García de Opazo recogió en su magnífico blog La Huerta Digital a finales del año pasado.
Consumo responsable: alimentos más naturales, sostenibles y éticos. Desperdicio cero.
Estilo de vida más healthy: alimentos más frescos, mayor peso de los vegetales en la cesta de la compra.
Sabores más tradicionales, en formatos y usabilidades del s. XXI.
Información y trazabilidad: ¿Qué estoy comiendo? ¿Cuál es su origen y el camino recorrido?
Convinience: productos on-the-go, todo-en-uno, fácil de consumir, en cualquier lugar.
Alimentación saludable: sensibilización frente a las grasas trans, azúcares añadidos, etc.
Seguridad extendida a la protección ante atentados/sabotajes (food defense)
El poder de las TICs: el impacto de Internet en todo el sistema agroalimentario (producción, transformación, comercialización, información, marketing).
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Orgullo
No sé tú, pero a mí, cuando soy consciente de la amplitud, las posibilidades y la grandeza del mundo alimentario, se me hace un cierto nudo en la garganta, a la vez que se me dibuja una sonrisa conectado con la satisfacción de pertenecer al grupo de los profesionales agroalimentarios.
Hemos hecho ya muchas cosas, pero tenemos por delante posibilidades infinitas de actuación y de desarrollo profesional. Grandes visiones ilusionantes y pequeños grandes retos en nuestro día a día.
Y si todo lo anterior fuera poco, los profesionales españoles del sector tenemos, además, un triple orgullo añadido:
- el reconocimiento nacional e internacional de la calidad de nuestros productos;
- el valor de nuestra dieta mediterránea,
- y el conformar el primer sector industrial del país.
Entenderás también el porqué yo también me siento humildemente orgulloso de mi proyecto Fresh Mentoring, que es mi particular forma de vehicular mi sueño profesional de aportar todo lo que esté en mi mano para el desarrollo, la profesionalización y la transformación del sector agroalimentario español.
¡Seguimos !