¿Porque el vendedor le cae bien?

 ¿Por el precio?

 ¿Por la calidad del producto?

 ¿Por la relación calidad/precio?

 ¿Por la publicidad?

 ¿Porque le gusta el envase?

 ¿Por vuestras promesas?

Todo lo anterior ayuda, sin duda.

Pero el cliente que vuelve a comprar confía en que, por el precio que paga, va a seguir recibiendo el producto y el servicio que espera.

Y eso no se lo da ninguna de las cosas anteriores.

Ni siquiera ninguno de nosotros en particular.

Se lo da el SISTEMA…que todos nosotros aplicamos.

El Cliente NO confía en ti, el Cliente confía en tu SISTEMA.

Un sistema que…

 fija los límites dentro de los cuáles deben realizarse las diferentes actividades;

 aclara las necesidades de lo que debe recibir el siguiente en el proceso hasta llegar al cliente;

 establece sistemáticamente la forma de realizar el trabajo;

 determina los indicadores que deben seguirse para valorar el correcto desempeño de los procesos;

 estandariza la comunicación para el análisis, la corrección y la mejora;

 todo ello autocorrigiéndose controladamente según la evolución de la realidad y del sentido común.

Un sistema al que todos los empleados se adhieren y hacen funcionar en base a su responsabilidad y su (auto)disciplina.

Y ante el que, sólo en situaciones excepcionales, se aplica la iniciativa, la flexibilidad y la profesionalidad.

Esta es la base de la competitividad y del éxito.