Podría haber empezado este post con el archiconocido refrán “el hombre es el único animal que choca dos veces con la misma piedra”, pero me gusta más esta vieja historia que descubría hace unos días.
Había una vez, en algún lugar de los Apeninos, un soldado romano que se despertó en medio de la noche, y se dio cuenta de que había descubierto los misterios y el funcionamiento del universo. Se volvió a dormir, y por la mañana había olvidado lo que había descubierto.
Creo que debería haber tomado algunas notas, aunque hubiera sido con un cincel en algunas tablillas de madera…
La cuestión es que, demasiado a menudo, no aprendemos de nuestros fallos y errores. Podemos superarlos, podemos mostrar resiliencia y seguir adelante, pero no aprendemos de ellos.
Si vas a apostar en un casino, será mejor que definas un presupuesto máximo como un gasto en entretenimiento porque, a la larga, la banca siempre ganará. Si crees que al seguir apostando cada vez más, recuperarás tus pérdidas y obtendrás ganancias, no has aprendido nada (o has ignorado el aprendizaje, que tiene el mismo resultado).
Estoy asombrado de que las empresas continúen manteniendo posiciones que ya se demostró que eran erróneas en el pasado. Parecen atribuir los fallos pasados a situaciones excepcionales que no se repetirán en el futuro. Pero lo cierto es que si siguen haciendo lo mismo, obtendrán los mismos resultados.
Cuando las empresas que envían sus inevitables encuestas a sus clientes reciben quejas negativas sobre su producto o servicio, ¿por qué no los mejoran? Si los empleados están desilusionados y desmotivados, ¿por qué no actúan? Si tienen dificultades para atraer personal, ¿por qué no se hacen más atractivas?
Errores, fallos, contratiempos, decisiones equivocadas: todos ellos son parte de la condición humana, especialmente con las personas que asumen riesgos. (“Sólo falla penaltis quien los tira”).
Pero no aprender de ellos, no mejorar como resultado de ellos, éstas no son reacciones naturales de la racionalidad humana; más bien son parte de nuestra irracionalidad.