Todos hemos oído los gemidos y las quejas: “Me habría gustado haber dicho algo a tiempo”, o “Me habría gustado haber asumido el riesgo de aquel nuevo trabajo”, o “Me habría gustado haber cogido aquel piso cuando podía”.
Junto al estrafalario crecimiento de la mentalidad del victimismo en las dos últimas décadas, cada vez hacemos menos y culpamos más. Demasiados de nosotros no actuamos, tendemos a encogernos y a vacilar, y en otros sentidos a procrastinar, y entonces culpamos al tiempo, al destino, al gobierno o a Bill Gates cuando nos damos cuenta de que hemos perdido una ventana de oportunidad.
A la gente “le gustaría” porque, en realidad, tiene miedo de actuar.
- “Me gustaría que ella dejara de sacarle punta a mis enfoques en las reuniones de estrategia. Se supone que debemos situarnos a 3.000 km de altura y no a ras de suelo. Me saca de mis casillas con su visión estrecha”.
“¿Por qué no se lo pones de manifiesto en ese momento?”
- “Oh, yo nunca haría eso. Sería vista a la defensiva o con falta de espíritu de equipo”.
“¿Por qué no hablas con ella en privado después de la reunión y le explicas tus reacciones?”
- “Ella lo vería como un signo de debilidad por mi parte, y probablemente se lo diría a todos”.
“¿Por qué no le dices al jefe del grupo que sus respuestas son inapropiadas?”
- “Sí, ¿y ser vista como que estoy pidiendo a alguien más que me proteja?
“Entonces, ¡¿por qué no aprendes a hacer frente a la situación y dejas de quejarte?!”
- “Es que me gustaría que hubiera algo que yo pudiera hacer…”.
Oímos este tipo de argumentos todo el rato. Como ninguna de las opciones de actuación es agradable, sólo tenemos que desear que algo cambie: ella verá sus errores por sí misma; el jefe intervendrá; alguien la hará callar; o será atropellada por una gran caja fuerte que había comprado el Coyote y que en realidad estaba apuntando al Correcaminos (¡Bip, bip!).
Piensa con qué frecuencia rechazamos la opción de actuar y abusamos del sinsentido del “me gustaría”:
- “Me gustaría que este estúpido catarro desapareciera.” (Toma alguna medicación. Vete al médico. Pásate por la farmacia. No vayas a la reunión. Pasa de tu entrenamiento. Tómate una sopa).
- “Me gustaría que, por una vez, tuviéramos una feliz reunión familiar.” (No juegues a mostrarte superior a tu cuñado. Compra el whisky que siempre pide tu suegro. Deja de participar en los chismes sobre tu sobrina y su peso. Deja a los demás que elijan la música. Deja que el partido de fútbol esté en la tele).
- “Me gustaría poder bajar de peso.” (Vete al gimnasio y coge un entrenador personal. Haz que un nutricionista te prepare una dieta. Deja de picar entre horas. No crees una expectativa poco razonable en relación a tu edad o estilo de vida. Sube las escaleras en lugar de coger el ascensor. Aparca más lejos del edificio).
- “Me gustaría mejorar mi situación laboral”. (Aprende nuevas capacidades y habilidades con un coach o un mentor. Lee algunos libros. Apúntate a un curso. Estudia las necesidades de tu empresa y piensa en cómo resolverlas. Aporta más valor en lugar de limitarte a cobrar la nómina).
Esta cantidad de aberrantes “me gustaría” está ocurriendo diariamente.
Nos da miedo actuar debido a unas pocas razones, pero la principal es el miedo a fallar. Me he dado cuenta de que la principal causa de falta de éxito entre profesionales, directivos y empresarios con los que he trabajado es su baja autoestima. Y la baja autoestima aleja a la gente del riesgo, el rechazo y la realidad.
Fallar no va a hacer que nos caiga una maceta en la cabeza, nos encontremos con una bala perdida o el cielo se desplome sobre nosotros. No podemos tener miedo a fallar. Sólo falla los penaltis el que los tira. Si no estás fallando quiere decir que no lo estás intentando.
La pena por fallar no es la muerte, pero la pena por temer al fallo es la mediocridad y el resorte para desear que, bueno, se abra la temporada de caza de los demás.
“No se puede construir una reputación sobre lo que se va a hacer” – Henry Ford
“Algunas personas quieren que suceda, algunas desean que suceda y otras hacen que suceda” – Michael Jordan
“Suerte es lo que sucede cuando la preparación se encuentra con la oportunidad” – Seneca