La autoestima, y su carencia, es el monstruo debajo de la cama.
Puedes escucharlo en el diálogo interno de la gente: «No debería», «Me cuestionarán», «No es mi sitio», «Ellos nunca me escucharán».
La capacidad de crear alta autoestima es una herramienta de alto valor que permite a las personas progresar de forma realmente espectacular.
Cuando nos enfrentamos a un disgusto o a un trauma, nos angustiamos o nos enfadamos. No me refiero a la muerte o a la pérdida de seres queridos, sino a golpes que hieren nuestra autoestima.
Ser ridiculizado públicamente, no ser tenido en cuenta en una promoción, ser despedido, no conseguir un contrato con un cliente, no ser elegido como titular del equipo: todos ellos son impactos emocionales o traumas en una u otra medida.
Cuando permitimos que estos contratiempos nos depriman, perdemos la capacidad de hacerles frente. Nos envolvemos en la auto-aflicción y tratamos de encontrar a aquellos que nos compadezcan. Y esto es una pérdida de energía. Todos debemos soportar el dolor, pero el sufrimiento es voluntario.
Cuando no permitimos que la ira natural estalle y lidiamos con ella, no la internalizamos, culpándonos a nosotros mismos.
Por eso digo que todos deberíamos ser despedidos o dejar nuestro empleo.
Yo dejé voluntariamente un trabajo de ensueño. Había vivido sentado en un trono de oropel, con trayectoria, autoridad, influencia, estatus del máximo nivel. Pero las cosas empezaron a cambiar, y yo me resistía a ese tipo de “cambio”. Tomé aquella decisión después de dos años de profunda reflexión (y enfado, y dolor) porque el sistema de valores estaba cambiando a mi alrededor y se convertía en algo ajeno a mí, a lo que siempre (…y ahora) yo había creído.
Al dirigir mi dolor hacia lo que vi como fuente de mi conmoción, pude dejar que se disipara. Cuando le dije a mi jefe «creo que lo mejor para mí y para la empresa es que yo me vaya» todo cambió, porque empecé a utilizar aquel desperdicio de energía (¡dos años!) en inversión para mi propia mejora y éxito.
Un buen amigo empresario me dijo «has sido valiente y coherente»… y hoy se ha convertido en uno de mis mejores clientes.
Este no fue sólo un «evento histórico» en mi vida y una oportunidad para darme cuenta de que tenía que comenzar mi propio proyecto Fresh Mentoring, sino que creó un precedente para mí en términos de contratiempos y crisis. La firme creencia de que dejar mi empleo «de toda la vida» con 54 años recién cumplidos fue la mejor cosa que hice en mi vida (bueno… hay alguna otra igualmente importante, pero es del ámbito de lo privado), me permite usarla como combustible y consuelo en lugar de con ira y resentimiento.
Tengo firme creencia de que dejar mi empleo «de toda la vida» con 54 años recién cumplidos fue la mejor cosa que hice en mi vida
La cuestión fundamental es dirigir tu energía hacia lo positivo, en lugar que se drene y se desperdicie.
Cada decepción que permitimos que nos irrite o exaspere agota nuestra energía. Esto suele ser acumulativo en periodos prolongados, simplemente porque no rejuvenecemos o nos renovamos adecuadamente cada mañana. Nos vamos a dormir inquietos por un contratiempo y nos despertamos todavía obsesionados con él.
La cuestión para todos nosotros es: ¿Es cada nuevo día una gran oportunidad para correr sin miedos a través de una verja abierta, o es un largo, lento y tortuoso gateo en territorio enemigo?
Aquí te dejo algunas lecciones aprendidas de aplicación inmediata.
- Identifícate con tus capacidades y tus resultados, no con tu título o tu cargo. Al día siguiente de la salida de mi empresa viví una experiencia increíble: por primera vez desde hacía décadas, mi bandeja de entrada de emails estaba… ¡vacía! Mi dirección corporativa había desaparecido, ya no tenía un cargo o un lugar en un organigrama. Y allí llegó la gran pregunta: el origen del respeto de las personas, ¿era hacia mí o hacia el “gran logotipo» que había tenido a mi espalda hasta ese día? Como puedes suponer, aquello me hizo ponerme las pilas… y hasta hoy.
- No generalices a partir de algo específico. En un cierto momento o situación no has conseguido la venta, o el trabajo, o la entrevista, o el puesto en el equipo. Eso es así. Pero eso no está relacionado con tus habilidades, capacidades o valor real. Compartimentaliza la ofensa. Sella las compuertas detrás de ti para que la fuga no hunda el barco, bombea el agua que ha entrado y ponte en marcha hacia el siguiente objetivo.
- Mantente en continuo crecimiento, siempre y cuando mantengas las bases de tu sustento. No importa cuántas veces cortes el césped porque la hierba seguirá creciendo. No te rindas; no te vayas por las ramas y con frecuencia volverás más fuerte que nunca. Pero la hierba morirá si le falta el agua. No te preocupes por los contratiempos, pero no permitas que te falte el sustento (emocional o real). Usa a la familia, a los amigos, tus propias reservas y reasignaciones y mantén los nutrientes fluyendo. Demasiada gente se embarca en una “huelga de hambre” cuando choca con una pared.
Todos deberíamos ser despedidos o deberíamos dejar nuestro trabajo fijo.
Porque necesitamos experimentar la decepción y la ambigüedad ante nuestro futuro.
Cuando me despedía de mis compañeros y me preguntaban “¿Quién te ha fichado? ¿A dónde vas? ¿Qué vas a hacer?” Mi respuesta era simple y clara: “No lo sé”.
Pero es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida.