Por José María Garrido

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Las Ferias siempre han sido un elemento referente para las empresas agroalimentarias.

La concentración en un mismo lugar y en unas fechas determinadas de los actores principales del sector es una gran oportunidad para:

  • Exponer las novedades y próximos lanzamientos.
  • Potenciar la imagen de marca.
  • Contactar con clientes.
  • Conocer los movimientos de los competidores.
  • Identificar tendencias.
  • Saludar a los amigos, a los no tan amigos y, en definitiva, hacer networking.
  • Estar presente, como un objetivo en sí mismo para poner de manifiesto que “existimos, somos alguien”.

En la línea del último punto, las ferias profesionales son también una oportunidad de materializar los egos de muchos ejecutivos a través de la ubicación y el tamaño del stand. El “a ver quién lo tiene más grande… y más caro” suele ponerse muy a menudo de manifiesto en estos eventos.

Para el pequeño y mediano empresario asistir como expositor a una feria agroalimentaria no es una decisión fácil.

La primera cuestión es si acudir o no.

En su caso, con qué aporte de medios (financieros, humanos, logísticos,…)

Y finalmente, a cuál acudir: no en vano existen ferias agroalimentarias generalistas, especializadas, sectoriales, nacionales, europeas…

 

«Yo estoy aquí para vender»

Sea como fuere, y salvo algunas excepciones, el gran objetivo siempre es el mismo: cerrar nuevos contratos comerciales.

En muchas de ellas (quizás la mayoría) las manadas de oportunistas recorren los pasillos cargados de bolsas en las que acumular muestras de conservas, lácteos, embutidos o golosinas, y los stands se ven asaltados a la busca y captura del pincho de jamón y la copa de vino.

Para los profesionales expositores, que han dedicado dinero, tiempo y esfuerzo, el final de una feria suele traducirse en una montaña de hojas de resúmenes de conversaciones, tarjetas de visita y dossieres comerciales, acumulados en cajas de cartón, que después alguien tiene que ordenar, clasificar y, en la medida de lo posible, activar con nuevos contactos que lleven a la realización práctica de un nuevo cliente o un nuevo negocio.

Ante el esfuerzo evidente que supone asistir a una feria como expositor, la rentabilidad de la misma para las PYME’s agroalimentarias será cierta en tanto en cuanto se cierren nuevos acuerdos de venta, aunque sean a medio y largo plazo. Todo lo demás es, simplemente, humo, en base al pragmatismo que, afortunadamente, acompaña a los empresarios.

 

¿La feria perfecta?

Vamos a imaginar por un momento.

Pensemos en un evento que, de partida, esté abierto sólo a los profesionales.

En el que la organización centre sus esfuerzos en disponer de un cuidado programa de compradores invitados (“hosted buyers”) por el que garanticen la asistencia de un nutrido grupo de compradores cualificados de todo el mundo, con especial énfasis en los mercados europeos de mayor potencial. Unos compradores que se sometan a un estricto protocolo de selección para garantizar en lo posible su poder y voluntad real de hacer negocios. Todo ello articulado en torno a un proceso de captación y selección realizado mediante una red internacional experimentada en este tipo de programas.

Que, además, realice una intensa campaña de comunicación para atraer a compradores tanto nacionales como internacionales. Es decir, centrados en decisores de compras de grandes superficies, supermercados, horeca y retail.

Si esto fuera cierto, la justificación inicial para exponer en dicha feria ya es ciertamente sólida. Las dudas sobre si acudir o no quedarían disipadas si:

  •  dispusiéramos de acceso directo a decisores de compra variados y de alta calidad;
  • supusiera ahorro de mucho tiempo y dinero en viajes y ferias internacionales;
  • consiguiéramos gran impacto de marca por ser una feria pequeña, con poca competencia “de los grandes”, aumentando nuestra visibilidad;
  • con espacios prácticos y de buena imagen para reuniones, catas y degustaciones, y
  • con stands de diseño personalizables para cada expositor.

La verdad es que, si existiera algo así, sería una oportunidad única de hacer crecer el negocio.

La guinda sería que, encima, se celebrara en casa

 

BasQuisite: Por fin un salón diferente

Con ese perfil nace BasQuisite, el salón profesional de la Industria Alimentaria concebido con la ambición de ser un catalizador en el crecimiento de las empresas del sector. Un salón diferente, con visitantes de perfil totalmente profesional y un potente programa de Hosted Buyers.

Un salón que será un escaparate de los productos más singulares y de más calidad del norte de España.

BasQuisite se celebra el 23 y 24 de octubre de 2017 en FICOBA (San Sebastián), y está orientado a una amplia variedad de marcas y productos premium que no suele encontrarse en los eventos multitudinarios de mayor tamaño: no en vano está limitado a 100 empresas de calidad superior.

Una gran oportunidad para las empresas agroalimentarias especializadas

La verdad es que la organización se lo ha tomado muy en serio en cuanto a su programa de compradores internacionales interesados. Su procedencia, 25 países diferentes, entre los que destacan por número de asistentes Alemania (19), Suecia (9), República Checa (8), Bélgica y Holanda (7 cada uno), o Dinamarca, UK o USA (5 cada uno).

Éstos acudirán con un claro objetivo de compra y de cerrar acuerdos comerciales, sobre todo el día 25, un día cerrado sólo para reuniones de negocios. La lista de intereses que han mostrado los compradores es tan amplia como el propio sector alimentario:

  • aguas y zumos (21%);
  • conservas vegetales/frutas (49%);
  • conservas de pescado (49%);
  • productos del mar (35%);
  • congelados (31%);
  • precocinados (28%);
  • cárnicos frescos (20%) y procesados (35%);
  • embutidos (41%);
  • lácteos (31%);
  • vino (64%);
  • espirituosos y cervezas (39%);
  • aceites (74%);
  • cafés e infusiones (31%);
  • dulces, galletas y confitería (41%);
  • frutas, verduras y hortalizas (19%), o
  • ingredientes y semielaborados de panadería/pastelería (22%)

Además, el hecho de que se celebre en la maravillosa ciudad de Donostia, el lugar con la mayor concentración de estrellas Michelín por kilómetro cuadrado del mundo, es un aliciente más para darse una vuelta por allí ;-).

 

En resumen,

  1. productos seleccionados;
  2. reuniones preconcertadas B2B directas al negocio;
  3. conferencias internacionales;
  4. compradores invitados de 25 países, o
  5. demostraciones de cata

Y todo ello en el marco inigualable de la capital donostiarra.

Para poder asistir es necesario registrarse previamente (aquí), y hasta el 9 de octubre cuentan con una oferta muy interesante para los dos días.

 

Seguiremos la realización de BasQuisite con la mayor atención: es una gran oportunidad para las empresas agroalimentarias.

José María Garrido es profesional agroalimentario, consultor y docente. Después de trabajar 24 años como directivo, en la actualidad ayuda al empresario a aumentar el rendimiento consistente de su organización. Leer más...

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